Felix Chappottín tomó el relevo de Arsenio Rodríguez al frente de su Conjunto musical y aunque parecía imposible seguir enriqueciendo el complejo engranaje musical de aquella agrupación, el trompetista habanero consiguió sacar lo mejor del talento de Miguelito Cuní para redondear una orquesta legendaria «Felix Chapottín y su Conjunto de Estrellas«.
Pese al nombre rimbombante y pretencioso no había nada falso en él (o de efecto de click-bait moderno) pues a esos dos nombres pesados del son cubano se le sumaba Luis «Lilí» Martínez Griñán en el piano, uno de los más grandes músicos cubanos de todos los tiempos y un pianista excelso, no menos talentoso que los mediáticos Chucho Valdés o Frank Fernández con los cuales compartió espacio en el audiovisual «Concierto para tres pianos» de Héctor Veitía realizado en 1983.
A esos nombres ilustres se les añadían los no menos conocidos Arturito «Alambre Dulce» Harvey en el Tres en sustitución del legendario Arsenio Rodríguez, Antolín Suárez «Papa Kila» en los bongos, Sabino Peñalver en el bajo. Otros componentes eran los trompetistas Pepín Vaillant, Aquilino Valdés y Cecilio Cerviz. En las voces acompañantes estaban Conrado Cepero, René Álvarez y los guitarristas Udalberto «Chicho» Fresneda y Carlos Ramírez.
Félix Chappotín, la trompeta de Cayo Hueso
En palabras recogidas por Ecured, Félix Chappottín se declaraba para siempre a la trompeta y lo hacía, quizás inconscientemente, al son. Aquel estilismo que el ciego maravilloso de Arsenio Rodríguez había afinado con precisión de orfebre, bajo la batuta de Félix conseguiría mantener el altísimo nivel creativo e innovador mientras continuaba entre las principales orquestas de referencia popular.
Puede parecer una nimiedad esto que mencionamos pero no son pocas las agrupaciones de excelencia que con solo cambiar de líder pierden la chispa que les permitía diferenciarse del resto; y como puede presumir el entendido lector, perder a Arsenio Rodríguez, probablemente el más reconocido líder de la época, alguien que en los años 30 formó parte de la revolución del ambiente musical cubano cuando metió el piano, mientras ampliaba la presencia de los instrumentos de viento, en las composiciones soneras cubanas.
Arsenio era en sí mismo un cambio de ciclo, con él los sextetos y septetos empezaron a sonar a cartón antiguo, Arsenio fue el profeta de su propio credo, el Conjunto, y de su magna obra fue uno de los más excelsos apóstoles Félix Chappotín y su trompetísima y habanera forma de interpretar la música.
Yo vine aquí pa’ gozar
La barriada de Cayo Hueso fue la cuna de dos fenómenos que por sí solos engrandecen un país, ni qué decir de lo que pueden hacer de una barriada. Chano Pozo, el tambor de Cuba, y Félix Chappotín fueron hermanos de crianza hasta que el segundo, nacido un 31 de marzo de 1907, se trasladó a vivir a Guanajay con apenas 9 años. La familia de Félix era numerosísima, 10 hermanos carnales y Chano, por eso tuvo que irse al campo con unos tíos.
Aquel cambio fue trascendental porque allí estudiaría con Venancio González y podría descubrir sus dotes en la caja, la tuba, el bombardino, el cornetín y la joya definitiva, la trompeta. Tocando ese instrumento se unió a la Banda Infantil de la ciudad. Volvería a La Habana con 20 años, desembarcaría entonces en el Sexteto Habanero como sustituto del trompetista Rafael Hernández pero sería en La Habana popular donde comenzaría a labrarse un nombre reconocible.
Pasó por múltiples agrupaciones, tocando todos los palos del espectro musical incluyendo las comparsas de los carnavales. Recorrido similar al que recorrería Chanito Pozo, hasta que juntos crean el Conjunto Azul de la emisora Radio Cadena Azul. En aquel momento su nombre era símbolo de virtuosismo y potencia, así que no es de extrañar que Arsenio Rodríguez lo llamase a su lado en 1940.
El Louis Armstrong del Son Cubano
En 1951 queda certificado el paso de poderes de mano de Arsenio a Félix Chappottín. Los problemas en la vista del tresero provocaron su traslado definitivo a Estados Unidos donde se radicaría hasta su muerte en 1954. Félix le cambió el nombre y la hizo suya, bueno, suya y de la voz extraordinaria de Miguel Cuní. Si hay un panteón yoruba musical el rayo sería la garganta prodigiosa del pinareño Miguelito Cuní y los truenos de la tormenta estarían enraizados en los acordes de la trompeta de Félix Chappottín.
El dúo se consagró en el Conjunto Chapottín (o Chapottín y su Todos Estrellas) y entre las múltiples composiciones musicales basta con señalar El Carbonero para quedar cautivo de la electricidad que brota en el interior del cuerpo cuando suena la música de estos auténticos fenómenos musicales.
Al frente de esta agrupación estuvo Félix Chappottín hasta su muerte ocurrida un 21 de diciembre de 1983 en La Habana. El legado musical del conjunto se mantiene vivo, primero de de la mano de su hijo y posteriormente de su nieto (Jesús Ángel Chappotín Coto) quien dirige la orquesta desde hace unos años, incorporando también a Miguel Arcángel Conill (Miguelito Cuní Jr).
Todavía podemos escuchar a un Chappotín en la trompeta y a un Cuní cantando los temas legendarios de la agrupación original, por eso que siga la música, que el sonero mayor marca el ritmo en las noches de tormenta.
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