El Chacumbele de esta entrada es tangible. Su rostro sereno, algo infantil, está marcado por el talento musical que volcó en su creación más popular «Chacumbele» mas esa no sería la única de sus canciones en la farándula cubana.
En una entrevista, publicada el 6 de septiembre en las páginas de BOHEMIA, que concediera al reconocidísimo periodista (pseudónimo de Germinal Barral y López, tomado a su vez del Quijote de Cervantes, a quien la Orquesta de Antonio María Romeu le dedicó una canción) se observa al creador de tan popular frase «pobrecito Chacumbele, el solito se mató».
En la entrevista se encuentran las bases que dieron origen al mito. Según el propio compositor, Chacumbele es él mismo, simplificando el legendario relato que mencionamos (para leerlo pinche aquí). Así pues, su obra más conocida gira sobre él mismo y sobre un desamor juvenil.
¿Ha muerto la mítica historia de Chacumbele (Chacunvelez)?
En el anterior artículo hablamos de la leyenda oral más conocida sobre Chacumbeles, pero de la cual no hay certificaciones tangibles que despejasen de una vez las dudas. Al menos quien escribe esto no ha encontrado evidencia gráfica ni física que despeje las dudas sobre el mítico trapecista y la muñequita húngara.
No encontré ningún recorte en el Diario de la Marina o la Revista Carteles donde se mencionase al trapecista o al suceso en sí, en los escasos recortes de propaganda del circo Santos y Artigas que encontré tampoco había señales del espectáculo. Significa esto que no existió la historia. No, significa simplemente que no encontré, contrario al dicho romano de Cerca Trova (busca que hallarás).
Entonces pensé ¿y si surgió la canción primero y luego la historia enrevesada de traiciones circenses, ciclones, tragedias, la perrita Lola, el policía suicida, el Ku Klux Klan y el holocausto judío? Podría ser, sí, podría ser.
La historia contada por otros investigadores
María Argelia Vizcaíno en su blog menciona varias historias, algunas más cercanas a la letra de la canción. Un habanero, policía por demás, y mujeriego sin medida que se fugaba de casa para poner orden en camas ajenas. En una de esas correrías la mujer le encontró y con el mismo revólver le disparó.
Otra de las fuentes de Vizcaíno habla de un desmochador de Sancti Spíritus que sufrió un accidente desmochando palmas reales. Esta historia se menciona según las fuentes de María Argelia en Obras Costumbristas de Don Fernando Ortíz, segundo tomo.
He buscado con ambición este texto pero no lo he encontrado, en los cinco tomos del Archivo del Folklore Cubano que cuenta leyendas como la de Cafunga, el Dr. Ortiz no menciona a Chacumbele. Así que nada puedo opinar sobre la fidedigna, o no, versión del mito del espirituano desmochador. Historia que por demás rompería el encanto invariable de la leyenda original.
Otra historia que he encontrado sobre Chacumbele habla de un vendedor conocido en la zona de Jesús del Monte (la barriada es lo de menos en las versiones) quien en un alarde de valentía se fue loma abajo con su carreta, pero quizás esta historia no sea más que una invención burda de las imaginativas mentes populares.
«Chacumbele, que ya estaba aburrido de sufrir,
El mismito se mató«
Si nos ceñimos únicamente a la canción, la letra parece despejar las tragedias circenses, pero, una canción en sí misma no deja de ser ficción. Su compositor es libre de redecorar el cuadro de la realidad para adecuarlo a las modas musicales del momento. Veamos que dice Alejandro Mustelier y Garcerán, el compositor conocido como Chacumbele a Don Galaor en la entrevista mencionada en el principio de este artículo.
Le increpa el periodista:
-Bueno ¿y qué quiere decir Chacumbele?¿es un término africano? ¿una palabra ñáñiga? ¿el nombre de algún ídolo antiguo?
Se ríe. Mi curiosidad le hace gracia. Y aclara:
-Chacumbele soy yo.
-¿Cómo usted? ¿No dice que él mismito se mató?
-Le voy a contar. A mí me pasó lo que a muchos: poetas, escritores o músicos que le deben lo que son a un primer amor fracasado… (Ella) Me llamaba Chacumbele. Pero un día terminó todo. Yo entonces pensé eliminarme de la vida de ella. Morir, pero no por la vía del suicidio, ¿comprende?Transcripción textual de una parte de la entrevista
Cuando los enamorados rompen su idilio ¿no suelen decir: -Tú, para mí has muerto? Pues eso me inspiró. Me fui lejos…
¿Y ahora?
¡Boom!, un estruendo sacude mi cabeza. Con lo bien que sonaba la historia de Chacón Vélez ( o Belle) y nos cuenta Alejandro Mustelier (aparece como «Mustalier» en la maquetación de la versión de Chacumbele del grupo mexicano Son del Son aparecida en 1998 en el CD «Ahora verás tú«) esta situación tan humana y simplona, un amor que se agota, mundanal, y una de las partes, desairada, se lanza a recorrer las calles eternas de la noche.
Continúa en la entrevista abordando ese amor y cómo a su vuelta a La Habana, tras recorrer el país, «encontré (a) aquella que había sido mi ilusión y mi amor primero, haciendo vida nocturna, de cabaret y de fiesta. Yo entonces, escribí Chacumbele… Chacumbele que dice que él mismito se mató.
La historia de Alejandro Mustelier quizás no suene tan emocionante como el enredo a lo Mata Hari que vimos en el primer texto sobre Chacumbeles. Quizás sea una argucia inofensiva del compositor para colgarse los laureles del mérito de la canción. Me tomo la libertad de mencionar la probabilidad de que en los viajes realizados por el joven Alejandro, no magno pero sí magnífico, compositor por el interior del país conociera alguna historia local que sirviese de inspiración para la mediática composición.
Alejandro Mustelier in memoriam
El Chacumbele músico y compositor tocó junto a Cheo Jiménez y Manuel Manso, dos eminentes profesores de música. Este pequeño trotamundos había nacido en Santiago de Cuba y con 9 años su familia lo envió a la Casa de Beneficencia donde descubrió la música y de la cual salió con 18 años directo a las orquestas de sus mentores. Inquieto desde pequeño llegó a dominar hasta cinco instrumentos: el bajo, el cornetín, el trombón, el bombardino, y el contrabajo.
En sus periplos por el país como músico de los Circo Harrison y Circo Montalvo se unía a las Bandas Municipales de cada pueblo. Según sus palabras formó parte de las agrupaciones de Güines, Marianao, Guanajay, Mariel, Ranchuelo y Palma Soriano, tocando en todas ellas el bajo.
Repito entonces mi pregunta de antes. ¿Es posible que en uno de estos pueblos escuchase la historia de Chacón Vélez y la muñequita húngara, el forzudo Harry Silver y la longeva perrita Lola y la usase como inspiración?
Quizás, pero más adelante en la conversación con Don Galaor hablando de la inspiración autobiográfica de todos sus temas añade:
«El Cocinero» me recuerda a la época en que lo fui en Consulado y Trocadero. «El panadero» me lo inspiró el oficio que ejercí en San Diego del Valle, en la única panadería que hay allí. «Chucu-Chucu» me lo inspiró un tren viajando hacia Matanzas. «Agua está cayendo» es el recuerdo de un día de lluvia que me impresionó mucho.
El carácter autobiográfico y descriptivo de estas composiciones no significa que «Chacumbele», su mayor éxito, sea una historia exclusiva de su imaginación. La memoria colectiva quiere creer siempre en lo fantástico, lo imposible y trágico, la aventura sobrehumana sobre el corte mundano de una vida más cercana a la propia. Como sabiendo lo que vendría en el futuro termina diciendo en la excelente entrevista realizada por el hombre de La Farándula Pasa:
Tenía razón Alejandro «Chacumbele» Mustelier, pese al éxito de algunas de sus composiciones no aparece en el Diccionario de la Música Cubana que editó Helio Orovio para la Editorial Letras Cubanas, ni en ninguna otra enciclopedia haciendo de su vida un misterio al nivel del Chacumbeles suicida.
Sin saberlo el compositor, su nombre musical y su vida viven en una nebulosa donde confluyen el misterio y la ficción, tan arraigados ya, que es imposible determinar cuánto hay de cierto o no en la historia de Chacumbele, el hombre que solito se mató.
***
*-Alejandro Mustelier es mencionado además como compositor del éxito del Trío La Rosa «La chiquibamba». Las versiones de Chacumbele son múltiples, podemos mencionar la de La Sonora Matancera (1948), Rolando Laserie (1984) y en el disco de Compay Segundo, Various-Hall of Fame (1999) en el cual la interpreta Pancho Cataneo; y la de Machito junto a Miguelito Valdés.
**-Las imágenes han sido tomadas de la entrevista de Bohemia.
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