Eliseo Diego fue un contemporáneo de aquellos artistas que formaron parte de la revista Orígenes (Lezama Lima, Gastón Baquero, Virgilio Piñera…), que supo mantener una voz propia insondable, oscura, con un talento descomunal para enumerar las vicisitudes espirituales del ser. Íntimo amigo de los también origenistas Cintio Vitier y Fina García Marruz, a cuya hermana Berta García Marruz desposó, fue ante todo un ser humano jovial al tiempo que parecía embargarle una preocupación extrema por los sentimientos más agudos del alma.
Merecedor del Premio Nacional de Literatura en 1986 legó a las letras cubanas una obra descomunal, que en palabras de Octavio Paz : «solo le faltaba la muerte para ser leyenda«. Ocurrió este suceso un 1 de marzo de 1994 en México, lejos de La Habana que le había visto nacer un 2 de julio de 1920.
Eliseo Diego, escritor por Divertimento
El padre de Eliseo Diego, Constante Diego, tenía un pequeño negocio en la calle Concordia donde nacería el futuro poeta mundo en 1920. Muy joven se mudaron a una quinta en Arroyo Naranjo conocida como Villa Berta que sería el refugio indispensable para el niño tímido que se refugió en la lectura como medio de canalizar su sensibilidad.
En un viaje a Europa a finales de esa década cuenta Eliseo Diego que descubrió la poesía y la belleza como manifestaciones indispensables del espíritu. Su primer profesor fue un trabajador del hotel donde se quedaron de nombre Luigi, aún con el paso del tiempo recordaba a este hombre Eliseo como el gran descubridor del universo artístico para él.
La Gran Depresión provocó que la familia alquilase la quinta y se mudase al Vedado. Es esta época en la cual se produce uno de los grandes sucesos de su vida cuando conoce a Cintio Vitier, con el cual le uniría una amistad cimentada en el arte y las letras, y gracias al cual conectó con el universo lezamiano y cultural de La Habana. Matriculó en la facultad de Derecho pero no terminó la carrera. En octubre de 1939 comenzó la relación con Bella García Marruz que sería la mujer y la musa hasta el final de su vida. Al tiempo que empezó a colaborar con distintas revistas literarias como Clavileño y Orígenes.
En la calzada de Jesús del Monte (poesía)
Este poemario, profundamente habanero, pese a no ser su primer libro es el elegido por la crítica, y finalmente él mismo, como el punto desde el cual el poeta se presenta con todo su potencial. Lezama Lima sería uno de los grandes estímulos que lo llevaron a publicar pues, tímido por naturaleza, Eliseo Diego se resistía a asumir que sus poemas tenían una sabiduría digna de ser compartida.
En la década de los 50 se desempeñó como inspector de inglés para el Ministerio de Educación, idioma que dominaba con el nivel de un nativo gracias a que su madre le enseñó desde pequeño; esta capacidad le permitió traducir a múltiples autores compaginando la creación con la traducción y edición de libros. Se graduó de Pedagogía en 1959 y tras esto comenzó a impartir clases de literatura e inglés en distintos cursos de Casa de las Américas.
Se mantuvo relacionado con el arte y las letras toda su vida, destacando su interés por acercar la literatura a los jóvenes y niños. Escribiendo diversos cuentos y poemas que aún hoy forman parte de los libros de texto.
Entre los múltiples premios podemos mencionar el Máximo Gorki de 1979 por su traducción de poetas rusos al español, la Distinción Gaspar Melchor de Jovellanos, de la Federación de Asociaciones Asturianas de Cuba (su padre era asturiano), el premio de la Crítica en 1988 y 1989, el Premio Internacional de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo, además de estar en las quinielas del Premio Cervantes en un par de oportunidades.
A continuación 6 poemas Eliseo Diego elegidos de los poemarios EN LA CALZADA DE JESÚS DEL MONTE (1949), POR LOS EXTRAÑOS PUEBLOS (1958), EL OSCURO ESPLENDOR (1966), VERSIONES(1970), LOS DÍAS DE TU VIDA (1971) y A TRAVÉS DE MI ESPEJO (1981).
Sumario
1. El sitio en que tan bien se está (extracto)
El sitio en el que se está bien – de EN LA CALZADA DE JESÚS DEL MONTE
I
El sitio donde gustamos las costumbres,
las distracciones y demoras de la suerte,
y el sabor breve por más que sea denso,
difícil de cruzarlo como fragancia de madera,
el nocturno café,
bueno para decir esto es la vida,
confúndanse la tarde y el gusto,
no pase nada, todo sea
lento y paladeable como espesa noche
si alguien pregunta díganle
aquí no pasa nada, no es más que la vida,
y usted tendrá la culpa como un lío de trapos
si luego nos dijeran qué se hizo la tarde,
qué secreto perdimos que ya no sabe,
que ya no sabe nada.
II
Y hablando de la suerte sean los espejos
por un ejemplo comprobación de los difuntos,
y hablando y trabajando
en las reparaciones imprescindibles del invierno,
sean los honorables como fardos de lino
y al más pesado trábelo
una florida cuerda y sea presidente,
que todo lo compone,
el hígado morado de mi abuela y su entierro
que nunca hicimos como quiso porque llovía tanto.
III
Ella siempre
lo dijo: tápenme
bien los espejos,
que la muerte presume.
Mi abuela, siempre
lo dijo: guarden
el pan,
para que haya
con qué alumbrar la casa.
Mi abuela, que no tiene,
la pobre, casa
ya,
ni cara…
Los trenes- de POR LOS EXTRAÑOS PUEBLOS
¿Adónde han ido los trenes
llenos de fama y poder,
cuya elocuencia fue ayer
la gloria de los andenes?
Cuando por la tarde vienes
cruzando el año perdido,
¡cómo extrañas el silbido
anhelante, noticioso,
que desdeñaba el reposo
y majestad del olvido!
Avisos- de EL OSCURO ESPLENDOR
En este jueves décimo y tranquilo
del clarísimo mes, descubres
nuevas señales y prodigios nuevos
de la humedad en la pared.
Que ya no son fiestas ni son misterios
sino materia de estupor:
el joven ama el ruido de la muerte
pero el viejo teme su olor.
Al fin del juego – de VERSIONES
Al fin del juego se barajan las cartas, y el que iba tranquilo delante, ¿adónde irá a parar?
Adónde el rey a dónde el caballero y los demás a dónde.
Aire y tierra y fuego y agua: fe y barajar.
Testamento – de LOS DÍAS DE TU VIDA
Habiendo llegado al tiempo en que
la penumbra ya no me consuela más
y me apocan los presagios pequeños;
habiendo llegado a este tiempo;
y como las heces del café
abren de pronto ahora para mí
sus redondas bocas amargas;
habiendo llegado a este tiempo;
y perdida ya toda esperanza de
algún merecido ascenso, de
ver el manar sereno de la sombra;
y no poseyendo más que este tiempo;
no poseyendo más, en fin,
que mi memoria de las noches y
su vibrante delicadeza enorme;
no poseyendo más
entre cielo y tierra que
mi memoria, que este tiempo;
decido hacer mi testamento.
Es este:
les dejo
el tiempo, todo el tiempo.
Frente al espejo – de A TRAVÉS DE MI ESPEJO
En un abrir y cerrar de ojos
ya no estarás en donde estabas:
un triste viejo está mirándote
con qué terror desde tu cara.
Mirándote ávido y mirándote
mientras la luz te da en su cara:
en un abrir y cerrar de ojos,
ni tú, ni él, ni nada.
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