Pedro José Cheito Rodríguez nació en Cienfuegos, el 26 de noviembre de 1955, y muy pronto se volvería leyenda, el mito que nos acompaña, el hombre de lo que pudo ser y no fue.
Cheito era un espectáculo en el terreno, un show al estilo Babe Ruth, era el hombre que creías que siempre iba a dar un palo, y la gente iba al estadio a eso, a verlo disparar aquellos lineazos siderales que se iban en una fracción de segundo, en un pestañeo.
Pequeño y corpulento Cheito no tenía la agilidad felina de Omar, ni el recorrido de Acebey, pero nadie en Cuba, ni antes ni después, se ha parado en la esquina caliente a meterle el pecho a la pelota, como si de una pelusa de viento se tratara. Lo hacia a diario, y los espectadores nos preguntábamos si aquel hombre era de hierro.
En mi barrio creíamos que, ciertamente, Cheo era una especie de superhéroe, y cuando cada día salía con su maletín rumbo al estadio le gritábamos que diera tres, convencidos que si no lo hacia nunca era porque hubiese fallado, sino porque ese día no estaba para eso.
Cheito Rodríguez traía el beisbol en la sangre, hijo y nieto de peloteros, desde niño supo que ese era su camino. Como mismo fue el de su hijo, malogrado tempranamente por lesiones.
Aún se recuerda su paso por aquella competencia juvenil, donde despachó cinco en un juego, mostrado las credenciales que luego luciría en las Series Nacionales con los equipos de Cienfuegos y La Villas.
Todo el que le vio jugar sabe que iba para líder histórico de jonrones, por su frecuencia tremenda -en una época de pelotas de poco bote- y el poder increíble de sus muñecas.
Si hoy es Orestes Kindelan el gran jonronero de la pelota cubana, ello se debe a la injusticia cometida con Cheito Rodríguez, en 1985. Cuando llegó la rectificación, años más tarde, ya no era el mismo.
Por ello, cuando se analizan sus números históricos debe hacerse pensando en esos dos momentos, solo matizándolo se puede ser certero.
Por esas cosas del beisbol, la desgracia de Cheito Rodríguez le abrió las puertas del Cuba a Omar Linares, el fenómeno del beisbol posterior a 1959. Este escribidor se pregunta ¿Qué hubiese pasado con la carrera del niño si a Cheo no lo hubiesen parado en seco?
Pedro José Cheito Rodríguez los números de espanto
Los números de Cheito en su primera etapa son impresionantes, le bastaron apenas 1304 turnos al bate para llegar a los cien jonrones, el cual disparó frente a Óscar Gil. En su año de novato disparó once vuelcercas, récord que estuvo vigente por veintisiete años, hasta que lo rompió El Tambor Mayor.
Cuando es expulsado del beisbol, estaba a solo seis bambinazos del líder histórico que era su amigo Antonio Muñoz, solo que Cheito Rodríguez lo había hecho con varias series menos.
Fue líder jonronero en casi todos los torneos internacionales en que participó, aún los entendidos se preguntan acerca de cómo se logran disparar quince batazos de cuatro esquinas en un evento corto como los Centroamericanos. Sus números han quedado, 154 home runs en esas competencias.
Lo curioso es que no pudo jugar con aluminio, la expulsión fue casi cuando estaba al llegar esa era.
El sitio curiosidades del beisbol refiere:
Posee además un record que aún se mantiene vigente: mayor número de jonrones para un cubano en una temporada en todos los torneos oficiales, cuando en 1977-1978 conectó 13 en la Serie Nacional, 28 en la Serie Selectiva, 3 en los Play Off de la Selectiva, 15 en los Juegos Centroamericanos y 9 en el Campeonato Mundial, para un total de 71
Cutiodidades del beisbol
El gran jonronero cienfueguero Pedro José Cheito Rodríguez, falleció el 13 de febrero de 2021, víctima de complicaciones en los riñones. Con su muerte se fue una parte importante de la leyenda viva, en aquellos años calientes de la pelota cubana.
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