El conocido «Rey de los tolderos» de mediados de la década de 1850 en La Habana respondía al nombre de Matías Pérez. Aquella tienda situada en la calle Zulueta tenía cierta trascendencia dentro del espectro comercial de la ciudad, pero no sería por sus dotes comerciales que este portugués pasaría a la historia cultural cubana.
Aquel amante de los toldos era un hombre de progreso, y aunque existen muy pocos datos verídicos sobre su vida, el interés de Matías Pérez por trascender le llevaría a probar el viaje en globo aerostático, último grito tecnológico del momento.
Y voló…como Matías Pérez…
En las colas cuando un producto se acaba rápido se suele decir aquello de ¡Voló como Matías Pérez! Pero también se aplican para las pelotas que se elevan más allá de las bardas de los jardines, que marcan el límite del terreno válido de un campo de béisbol y se convierten en el éxtasis del béisbol, el homerun.
Incluso se suele usar para referirse a los amores pasajeros en los cuales uno de los enamorados pega la espantada y desaparece.
No sabía, desde luego, el pobre Matías Pérez que sería el origen de una de las leyendas urbanas más famosas de CubA. Todo terminó, para el ser humano, aquella fatídica tarde del 29 de junio de 1856. Desde entonces su nombre pasaría a convertirse en la referencia absoluta para este tipo de sucesos, en un país acostumbrado a las desapariciones abruptas.
La incertidumbre que rodeó su desaparición continúa hoy en día, y fue un tema de actualidad constante en la época, trascendiendo más allá de los chascarrillos que se sucedieron en las fondas y teatros bufos.
El bueno de Matías Pérez había alcanzado su mediana fama cuando fue elegido como ayudante por Eugene Goddard para preparar el despegue del globo Ville de París. El señor Goddard era una eminencia en globos aerostáticos en la época. Participó en múltiples exhibiciones por América y Europa. Entre los Alpes sufrió un grave accidente en globo junto a Gastón Tissandier quien sería uno de los impulsores de los dirigibles.
Tras las primeras exhibiciones de Goddard en La Habana el señor Matías Pérez quedó fascinado por aquel aparato. Decidió formar parte de una de las exhibiciones que se realizaban en el Campo de Marte con gran bombo y multitudes como si fuese día de Pascuas. En uno de esos vuelos merodeó la catástrofe, pues el motor se quedó atascado producto de una soga.
Nuestro Matías Pérez tuvo que trepar por la soga hasta la zona del motor de vapor, para desenredar los hilos atascados y consiguió estabilizar el descenso del globo.
Aquel gesto realizado a la vista de los numerosos curiosos que se reunieron en el Campo de Marte para observar aquel ascenso, le granjeó cierta fama que se acrecentó cuando decidió comprarle a Goddard su globo.
El nombre de Matías Pérez estaba en boga y la aeronáutica cubana parecía despegar producto de la fascinación que ejercían los globos entre los curiosos. En aquel clima de efusividad Matías Pérez prometió llevar sus globos a Matanzas, e incluso expandir las presentaciones a más ciudades del interior de la Isla. Aquel sueño no sería posible.
Tras un par de exhibiciones, la del 12 de junio de 1856 muy celebrada pues recorrió desde el actual parque de la Fraternidad hasta la conocidísima zona de la Presa Husillo, donde estaba el origen del acueducto de Fernando VII, el orgullo de Matías Pérez estaba descontrolado.
aquel deseo le convirtió en un Ícaro tropical. El 29 de junio de aquel año las tormentas que se cernían sobre la ciudad desaconsejaron cualquier ascenso. Pero Matías Pérez no quería dejar a nadie con ganas, así que contra toda lógica y consejo, sobre las 7 de la tarde el globo comenzó a ascender ante la algarabía popular.
Se le vio pasar por la zona de la Chorrera, dicen que saludó a los guardias que hacían posta en el torreón y siguió de largo, mar adentro.
No se supo nada más de Matías Pérez, se especuló durante mucho tiempo sobre su desaparición. Algunos barcos decían que había sido avistado en el golfo, otros que cerca de Cayó Hueso y alguno incluso decían que por Cojímar.
Poco a poco la persona se convirtió en personaje de leyenda, los pocos datos sobre su vida ayudaron a germinar un halo de misterio a su alrededor -dicen que nació en Portugal en 1825 e incluso la foto que se le adjudica no parece concordar con la época de su suceso*-. Solo ha quedado de este Ícaro tropical el dicho que precede a las desapariciones en la Isla. ¡Voló como Matías Pérez!
ACTUALIZACIÓN
En la página de Facebook de nuestro grupo el usuario Rubén QR tuvo la amabilidad de corroborar este dato con varias imágenes y un artículo del Universal México, remitimos aquí su comentario por considerarlo de valor aclarativo. Agradecemos a Rubén por su información, siendo Fotos de La Habana un sitio de retroalimentación, estimulamos el debate y el aporte de nuestros miembros.
«La foto no es de Matías Pérez. Recién hice ese hallazgo y veo hasta en Ecured, Wikipedia y otros sitios más dicho error. Les explico. Son mexicanos, y la foto es de 1914. Es en Ciudad de México. El hombre del sombrero de copa es bastante conocido en ese país».
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