La calle Tenerife en el municipio Centro Habana se extiende apenas cinco manzanas, desde la calle San Nicolás, frente a la Iglesia de San Judas Tadeo, hasta la Calzada de Belascoaín.

Surgida antes que trazada, la calle Tenerife tiene un recorrido muy caprichoso, pues en su primera cuadra, comprendida entre San Nicolás y Antón Recio, tiene una orientación este – oeste, para luego inclinarse bruscamente hacia el sur en busca de Belascoaín.

¿Por qué se llama calle Tenerife?

En el «Plano Pintoresco de La Habana«, confeccionado por el erudito José María de la Torre y editado en 1853, ya se refleja en toda su extensión la actual calle Tenerife. Curiosamente, aparece sin denominación alguna, lo que resulta cuanto menos raro, si se toma en consideración lo meticuloso del trabajo de este autor.

Aún así, todo parece indicar que la calle Tenerife nunca cambió oficialmente de denominación o fue conocida con otro nombre, pues ninguno de los historiadores y cronistas que escribieron sobre el origen y la toponimia de la ciudad la menciona en sus obras.

El nombre de Tenerife parece estar directamente relacionado con la isla homónima frente a las costas africanas, la mayor de las Canarias; archipiélago desde el cual llegaron a Cuba oleadas de inmigrantes en distintas épocas.


Calle Tenerife en 1853

Fragmento del «Plano Pintoresco de La Habana» con la numeración antigua de las casas, obra del erudito José María de la Torre y publicado en 1853 por B. May y Compañía.

La calle Tenerife aparece en toda su extensión en el viejo barrio de Guadalupe, entre las paralelas de la Calzada del Monte y del Campanario Viejo y finalizando en la Calzada de Belascoaín.


Desde su surgimiento la calle Tenerife tuvo un marcado aspecto residencial, como correspondía, en la dinámica de la ciudad, a una calle interior. Sin embargo, la cercanía a la Iglesia de San Nicolás y San Judas en su extremo norte y a los Cuatro Caminos en el sur, motivó que en las alrededores de estos puntos, se desarrollará intensa actividad comercial.

También se establecieron en el lugar unas pocas y pequeñas manufacturas, como la Fábrica de Tabacos Cachada de Julián Mora, que radicó en el No. 128 y se mantuvo en producción hasta poco después del triunfo de la Revolución Cubana de 1959.