Quienes siguen mis publicaciones saben que desde hace varios meses he estado haciendo historias del Cementerio de Colón. Gracias a la magia de este grupo, un buen día me contactó por privado una señora maravillosa. Su mensaje contenía sólo una pregunta: ¿Conoces la tumba del arquero?
Esa interrogante despertó en mí gran curiosidad ya que, a pesar de haber recorrido el cementerio varias veces, desconocía esa tumba.
La Tumba del Arquero
La contacté de inmediato y ella, muy amablemente, me ofreció una explicación muy detallada del lugar y de las personas que allí reposan.

Se trata del escritor, periodista y diplomático cubano Alfonso Hernández Catá, que murió el 8 de noviembre de 1940 a los 55 años, en un accidente de aviación en Brasil donde era Embajador de Cuba. El duelo lo despidieron nada menos que dos grandes de la literatura universal: Stefan Zweig y Gabriela Mistral.

La familia llegó a Cuba por barco con el cadáver el 14 de diciembre y lo enterraron en la tumba de su tío materno Alvaro Catá, quien peleó con Maceo en la guerra de Independencia. Se mandó a hacer entonces la Tumba del Arquero con piedras de Jaimanitas y reproduciendo el arquero con el lema “Apasionadamente hacia la muerte”, que usaba en sus libros.
Desde el primer aniversario de su deceso, hasta por lo menos 1965, cada 8 de noviembre se hacía una peregrinación a su tumba. Hablaron en ella importantes escritores como: Juan Marinello, Salvador Bueno y el aún muy joven Guillermo Cabrera Infante. Dichas peregrinaciones fueron organizadas por el magistrado Antonio Barreras, que también creó un concurso de cuentos con su nombre.

La carrera de Hernandez Catá es muy prolífica y diversa. Trabajó como periodista en diferentes publicaciones: El Diario de la Marina, La Discusión, El Figaro y Social, entre otros.
En 1909 ingresó en la carrera diplomática. Fue cónsul en lugares como El Havre (1909), Birmingham (1911), Santander (1913), Alicante (1914) y Madrid (1918-1925). Hasta 1933, Hernández Catá fue encargado de negocios en la Legación de Cuba en Lisboa, y luego del derrocamiento de Machado, fue nombrado embajador de Cuba en Madrid.
Como escritor, desarrolló varios géneros como la poesía, la dramaturgia, el teatro, crónica, ensayo, cuento, novela y hasta compuso una zarzuela. Fue, además, un gran estudioso de nuestro José Martí.
Hacia los años veinte y treinta, en la obra de Hernández Catá se advierte con mayor fuerza el interés explícito por temas cubanos y por las problemáticas sociopolíticas de la época.

El exlibris de Hernández Catá, que rezaba «apasionadamente hacia la muerte», de cierta manera sintetiza su sentimiento trágico de la vida y el arte: En sus obras, se repiten con frecuencia los desenlaces funestos de personajes angustiados, temperamentales o hipersensibles, los cuales muchas veces derivan en la locura o en la destrucción total.
Después de haber leído su novela El Ángel de Sodoma y algunos de sus cuentos y poemas, me di cuenta de cuán vigente se encuentra el pensamiento de este gran escritor, así como de muchas de las problemáticas por las que se interesó en su obra.
No quiero terminar sin antes agradecer a la persona que me contactó y que tan amablemente me suministró datos sobre la vida y obra de Hernández Catá, así como la localización de su tumba. Se trata de su nieta Uva de Aragón, quien siguió los pasos de su abuelo y es una laureada escritora cubana.

La obra de ambos: Hernández Catá y Uva de Aragón, debería ser más conocida por todos los cubanos.
Muchas gracias, Uva, por preguntarme si conocía la Tumba del Arquero.

*Artículo publicado originalmente en el Grupo de Facebook Fotos de la Habana de este sitio web.
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