La antigua casa de Ángel Arturo Aballí, en la calle 17, No. 609 entre B y C, en el Vedado – sin poseer grandes valores arquitectónicos, pero sí bien conservada aún, – perdura como un homenaje silencioso a uno de los pediatras más prestigiosos e importantes de la historia de la Medicina cubana.
Allí radicó la consulta y residencia familiar desde los años 20 y hasta su fallecimiento el 22 de julio de 1952 del eminente profesor, ensayista y uno de los más laboriosos médicos cubanos, el Dr. Ángel Arturo Aballí Arellano.
Ángel Arturo Aballí, una vocación de servicio
Graduado de la Facultad de Medicina de la Universidad de La Habana en 1901, acumuló desde entonces, una impresionante hoja de servicios a favor del estado de salud de la niñez cubana, su atención, y bienestar, el Dr. Ángel Arturo Aballí creó en el Hospital Nuestra Señora de las Mercedes de 23 y L, el primer servicio de Clínica Infantil en Cuba, inauguró una sala de lactantes y organizó un laboratorio clínico adjunto, departamento de dietética y laboratorio de anatomía patológica; a la vez que trabajó en la preparación de médicos para la docencia.
Dedicó estudios a las enfermedades diarreicas, la desnutrición y la tuberculosis, problemas de salud de los más agudos que afectaban a la infancia en el país en esa época.
También fundó, el Dr. Ángel Arturo Aballí, el Dispensario Antituberculoso para Niños Calmette, el Preventorio Grancher para Lactantes, en San Miguel del Padrón, y una sala destinada a gestantes y niños tuberculosos, en el Sanatorio La Esperanza, (luego Hospital Lebredo y en las áreas del actual Hospital Julio Trigo) en Arroyo Naranjo y más tarde el Hospital Infantil Antituberculoso, luego nombrado en su honor, «Hospital Materno Infantil Ángel Arturo Aballí» .
Como homenaje a su memoria, desde los años 50, la fachada norte del Hospital Marfán de 17 y 2, encabeza con su apellido las inscripciones de notables pediatras.
Además, en su honor se instauró oficialmente el 30 de septiembre, fecha de su natalicio, como Día de la Pediatría Cubana.
El Dr. Aballí residía en la planta alta con su esposa Corina García-Montes Hernández y acá también se criaron y vivieron sus hijos Corina y el también destacado pediatra Arturo Aballí García-Montes. Su consulta clínica radicaba en la planta baja del inmueble.
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