Las columnas de hierro de gran parte de La Habana Vieja encierran la eterna batalla comercial que la fundición Geli mantuvo con sus similares de Ángel Velo -fundición Vulcano– o Gaubeca y Ucelay. La solidez de estas estructuras, la mayoría centenaria, demuestran la buena salud y oficio de una rama que tuvo sus días gloriosos en La Habana del pasado siglo.
Muchas de estas fundiciones tenían sus raíces en el período colonial y estuvieron en manos de profesionales peninsulares que tras la independencia mantuvieron sus negocios y familias en el país. En lo comercial, y hasta lo social, el cambio de estatus de la Isla de Cuba a partir del 20 de mayo de 1902 no afectó a grandes grupos demográficos, industriales y económicos que mantuvieron operativas sus condiciones de vida.
Este fue el caso de la fundición Geli que prendió sus hornos en 1890 bajo la denominación de Armengol y Geli. Francisco Armengol, asturiano de nacimiento, y su cuñado Eudaldo Gelí Hero, catalán, unieron sus capitales para crear esta pequeña fundición en la calle Cruz del Padre 30, de la barriada del Cerro habanero. Este origen familiar del negocio será el centro de litigios legales futuros.
Sobre los primeros años de la fundición no encontramos mucha información en las fuentes consultadas. En 1894 seguía registrada como fundición Armengol y Gelí, sociedad colectiva, con el tiempo la empresa perdería el acento en el apellido Gelí, quizás por motivos estéticos o pura simplificación práctica ante la duda gramatical de acentuar o no.
Alrededor del año 1902 se firma un acuerdo entre F. Armengol y Eudaldo Gelí para la adquisición de la totalidad de las acciones por parte de Gelí*. La esposa de Gelí, María Luisa Armengol, fallecía pocos años después quedando en manos del catalán la administración única de la empresa, aunque ésta seguiría registrada como sociedad colectiva.
Fundición Geli en el Cerro
Las relaciones familiares-empresariales fueron nexo común en muchos de estos negocios de comienzos del siglo pasado. Entre otras razones de confianza práctica, era evidente que el principal objetivo radicaba en evitar la disgregación patrimonial que provocaban las particiones accionarias de las pequeñas empresas.
Desde esos primeros años republicanos la fundición Geli desarrolló una sólida reputación en la fundición de hierro y bronce. Consiguiendo buenos contratos de empresas públicas (Audiencia de Camagüey) y privadas, sobre todo en la rama azucarera (carros para la American Steel), bodegas y oficinas comerciales (fábrica de «La Vajilla» en Zanja y Galiano).
El éxito trae también litigios legales por incumplimiento de contrato y retraso de las obras. En estos años son varios los juicios contra Eudaldo Gelí, aunque gana los más importantes, debe abonar también cuotas por otros juicios no favorables. De este constante y ríspido quehacer se produce el gran incendio de la fundición Geli en 1909.
El incendio de 1909
Alrededor de las nueve de la noche del dos de mayo de 1909 los talleres de la fundición Geli sufrieron un devastador incendio sin que se lamentasen pérdidas humanas. El antiguo inmueble de madera y tejas francesas quedó en condiciones de demolición, aunque la maquinaria de la fundición sufrió pocos daños. Las pérdidas más sentidas radicaron en el depósito de plantillas de madera que constituían el archivo de casi veinte años de la fundición.
Rápidamente las conjeturas de los bomberos apuntaron al carácter intencional del fuego. Anteriormente mencionamos los litigios legales en que se vieron envueltos los propietarios. Quizás previendo algún atentado hacia sus propiedades tenían asegurado el negocio sin embargo, el incendio intencionado venía redondear una situación tensa de antemano pues los dueños habían sufrido otros «incendios intencionales» de menor ferocidad y varias cartas amenazadoras.
Francisco Armengol y Eudaldo Gelí tenían varias propiedades en la calle Cruz del Padre que no sufrieron daños gracias a la pronta intervención de la bomba «Luisa Wood» del cuerpo de bomberos del Cerro.
Auge y caída
El segundo decenio republicano impulsaría los negocios de la fundición Geli. Consolidados en el ramo de las vigas, columnas, puertas metálicas y cabillas de acero decidieron construir un gran taller que ocupara la manzana comprendida por las calles Cruz del Padre, Consejero Arango, Carballo y Velázquez hacia donde se construyó la oficina, almacén y residencia particular de Eudaldo Gelí, separando este sector del taller y fundición.
El conjunto en 1918 ocupaban alrededor de cuatro mil metros cuadrados y vivían un período de amplia expansión. Se calculaba que la casa operaba entonces con un capital de seiscientos mil pesos, destinando casi cuatrocientos mil pesos a la importación de acero de Estados Unidos.
El Diario de la Marina en uno de sus especiales de las empresas habaneras describía a la fundición Geli con estas palabras:
«Los talleres, en donde el trabajo es continuo y obliga a desarrollar gran actividad, y en los que el constante martillear contra duros metales y el ruido de tomos y el calor de fraguas ofrece la visión de la industria en todo su esplendor, están dotados de completa maquinaria para atender a todos los trabajos de herrería, fundición, fabricación de puertas metálicas»
Enumeraban la amplia variedad de maquinaria, incluida una pesada grúa, que permitía a la fundición Geli operar piezas de gran tamaño. Precisamente por el tamaño de ciertos encargos del interior del país remitió E. Gelí una queja al Departamento de Obras Públicas ante la imposibilidad de transportar estas vigas en los vagones de tren que poseía el Estado cubano. Causa ésta que retrasó varias contratas de la fundición Gelí.
Quizás esta limitante de la flota ferrovial existente en el país impulsó a Gelí a desarrollar uno de sus mejores productos hasta entonces. El Trasbordador-Romana «Masiá» que, según la publicidad de la época, «evita que el peso de la carreta pueda romper la Romana, y a la vez que trasborda pesa. Es construido de hierro, y puede ser movido por motor, o bueyes. Son varios los Ingenios que lo usan, y los resultados son excelentes«.
En aquellos años al crecimiento comercial de la fundición Geli se une el matrimonio de Eudaldo Geli con la joven habanera Hortensia Fernández Barroso. El enlace se produjo en la residencia de Prado de los padres de la señorita Fernández Barroso. Tras el enlace Eudaldo Geli y Armengol, hijo del primer matrimonio, entra de forma activa en la empresa de su padre hasta el fallecimiento de éste el 21 de julio de 1923.
Se producen entonces serias tensiones en el clan Geli-Armengol-Fernández. Agudizados por las demandas que desde 1924 se entablan en los tribunales entre la viuda y uno de los sobrinos de Eudaldo Geli y Hero. Baltasar Gelabert y Geli había usado el nombre y el ascendiente económico de su tío para pedir diversos préstamos a entidades bancarias. En algunos casos falsificando un aval de su tío fallecido o directamente suplantando su identidad.
Mientras estos litigios legales ocurrían en los tribunales, la situación del acero americano en Cuba encarecía cada vez más el trabajo de las fundiciones. El sindicato de trabajadores de la fundición había conseguido en el decenio anterior subidas de sueldo, pero las nuevas propiedades de las fundiciones no estaban dispuestas a negociar periódicamente las condiciones laborales de sus obreros.
Los herederos de los empresarios fundadores no tuvieron la visión de sus padres y se enfrentaron a los trabajadores que reclamaban mejoras y garantías para un trabajo que se iba modernizando a trompicones. Las crisis económicas posteriores a las «vacas gordas» atentaron contra los beneficios que obtenían las fundiciones y mientras el Vulcano de Velo o Gaubeca y Ucelay, escapaban con contratas públicas, la fundición Geli no sobrevivió mucho tiempo al deceso de su fundador.
En 1925 la tasación del taller y fundición Geli sobrepasaba ligeramente los cuarenta y dos mil pesos. En la calle Cruz del Padre tenían distintos negocios las ramas Armengol y Geli que permitieron a sus herederos solventar los problemas de la fundición, que fue liquidada a mediados de los años treinta.
Años después surgió la fundición Cruz del Padre, que originalmente estuvo en el número 11 de la calle de igual nombre, para trasladarse posteriormente al número 19. A finales de los años cincuenta pasa a ser operada por una compañía estadounidense y ocupan también el número 29 de la calle Cruz del Padre. Hasta comienzos de los años 80, según información de los vecinos, seguía en activo.
En la actualidad los terrenos que pertenecieron a la fundición Geli se han convertido en viviendas y un parqueo como se observa en las imágenes de este artículo.
*-Según informa el propio Gelí al Diario de la Marina en 1918, sin embargo, hay evidencia de que Armengol siguió operando en la administración del negocio haciendo de intermediario en distintos encargos tanto en el interior como en el exterior del país
Comentarios Recientes