El hotel Fornos, ubicado en un cuchillo interior formado por las calles Neptuno, San Miguel y Consulado, tuvo una vida breve y no pasó de ser uno más de los pequeños hoteles que se vieron forzados a desaparecer durante la gran crisis del turismo cubano de finales de los años veinte y la década del treinta del siglo pasado.
La forma exterior de la edificación (actualmente de una sola planta) llamaba la atención de los visitantes que la observaban desde la icónica esquina de Prado y Neptuno hacia la que miraba la publicidad del hotel, sin embargo no parecía poseer ningún valor estético especial.
Tras años de deterioro, la edificación fue demolida y tras un proceso de restauración ahora operan en ella una serie de tiendas recaudadoras de divisas conocidas como Los Fornos.
El Hotel Fornos
Había en la Madrid finisecular del siglo XIX un lugar de gran opulencia y fama: el restaurante Fornos. Posicionado entre los más famosos de la ciudad y usado como ejemplo de modernidad por sus visitantes. Tanta fama no podía quedarse en la península y en el viejo San Juan puertorriqueño encontramos otro que le tomaba prestado el nombre y que era famoso por ser el centro de reunión de los intelectuales y simpatizantes liberales.
Sin poder establecer una fecha, pero siempre antes de 1885, encontramos en La Habana, en la esquina de la cuchilla de San Miguel y Neptuno el Gran Café Fornos, posteriormente restaurante y futuro hotel Fornos. Todavía faltaba para que un propietario consiguiese unificar en un mismo negocio toda la parte del edificio que daba a esta esquina. El café Fornos mencionado desde tiempos coloniales parece ser el origen del nombre que acompaña a esta esquina más de ciento cincuenta años después.
Aunque en un inicio el café tenía su entrada por San Miguel, finalmente llegaría a ocupar también en 1917 los números uno, tres y cinco de la calle Neptuno por donde estaba la entrada del hotel Fornos (o «Fornos House» como también aparece en algunas guías). En esta misma fecha es posible leer en una publicidad de la época:
«Por la calle San Miguel lo mismo que por la de Neptuno, cruzan incesantemente los tranvías, red intrincada que llena la ciudad y alcanza a todos sus suburbios, y desde los balcones del frente puede verse el Parque Central, en donde hacen parada centenares de automóviles y toda clase de vehículos».
Ese año había sido reformada completamente la esquina y alcanzado ya las tres alturas que lo identificarían por décadas. El hotel Fornos aparece regentado entonces por el señor Pedro Llarena y además destacaba que «en cada piso tenía varios baños«.
Recordemos que esta era la norma en la mayoría de los hoteles menores que no contaban con baños en las habitaciones y que servían muchos como hoteles por horas. En el caso del hotel Fornos esta publicidad consignaba que tenía más de cien habitaciones extendiendo su capacidad al doble de huéspedes. En 1957 todas las habitaciones tenían baño y se podían alquilar por días o semanas.
El cine Fornos de Santos y Artigas
Más allá de la cuestión higiénica otra curiosidad que debemos mencionar es que en esta fecha opera una pequeña sala de cine en esta edificación. El cine Fornos fue inaugurado en julio de 1915 y en algunas publicidades aparece su dirección como «San Miguel, 2» y en otras solo se consigna como «en la esquina de San Miguel y Neptuno» sin que quede constancia de su propietario, aunque muy probablemente perteneciese o fuese operada ya por los productores Santos y Artigas, que posteriormente levantarían el teatro Capitolio (posterior Campoamor).
Si tú, lector o lectora, no desconoces el popularísimo dicho de «año nuevo, vida nueva», empieza por echarte la cuenta que para que sea «vida nueva y buena» lo mejor que debes hacer, desde hoy, es empezar por asistir, a diario al cine Fornos…
Cuantas obras se representan en este favorecido salón de Neptuno y San Miguel, son del extenso y acreditado repertorio de Santos y Artigas, cuya razón social es garantía de que lo que de dicha casa sale para el cine Fornos jamás está en contra de la moral y buenas costumbres motivo éste por el cual se ve a diario tan concurrido el simpático y ya repetido salón cinematográfico.
Crónica aparecida en el Diario de la Marina el 1 de enero de 1917
Esta sala ubicada en los bajos de la edificación, tendrá cierta repercusión y sus carteleras se pueden seguir en varias publicaciones de la ciudad pero no sabemos determinar qué relación tenía con el hotel Fornos.
En septiembre, el empresario del cine Fornos, pregonó la adquisición en París de un equipo nombrado Orchestrion que reproducía diversos sonidos. El artefacto tenía un catálogo de efectos sonoros para acompañar las películas: galope de caballos, sonido de un tren en marcha, claxons, campanas, etcétera.
Arturo Agramonte y Luciano Castillo. Cronología del cine Cubano Tomo I
Muy probablemente la sala, que en su mejor momento daba funciones continuas de 11 de la mañana a 11 de la noche, tomase el nombre del hotel y nada más.
En el Santo Cristo de La Salud, perteneciente a Bejucal, encontramos en 1916 otro café, restaurante, hotel y tienda de víveres con el nombre Fornos. Lo administraba Ricardo Artigas pero no podemos establecer una relación entre ambos negocios, más allá de la casualidad del apellido.
Hotel Hanábana y cafetería El Cuchillo
Todo indica que el hotel Fornos dejó de funcionar como tal a finales de los años treinta pues en los años cuarenta se instala allí el Hotel Hanábana con dirección Neptuno 105 y número de teléfono asignado en 1949 y que mantenía en 1958.
En los bajos de este hotel familiar se instalaba la cafetería «El Cuchillo» famosa por sus batidos y sus sandwiches (o 1/2 noches) que hacían las delicias de los cinéfilos que acudían al cine Rialto. El hotel funcionó al menos hasta 1958 y es de suponer que con la reforma urbana dejara de prestar esta función y se convirtiese en inquilinato, aunque quien esto escribe no puede aportar fechas ni de su demolición ni de su renovación actual.
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