El cine Apolo era un gran cine con capacidad para 1 330 espectadores que se encontraba ubicado en la Calzada de 10 de Octubre No. 446 entre las calles Santo Suárez y Enamorado.
Inaugurado en 1919, probablemente como teatro, fue completamente reformado dos décadas más tarde y adquirió su aspecto actual. Desde entonces funcionaría casi exclusivamente como cine.
Construido en una parcela medianera al estilo Art Decó, que fue tan popular entre los cines cubanos de la primera mitad del siglo XX – aunque la ausencia de decorados lo acerca también al Movimiento Moderno – el cine Apolo destacaba por la altura imponente de su fachada, que se elevaba mucho metros por encima de las edificaciones circundantes y en la cual se encontraba un enorme lumínico vertical con su nombre: Apolo (las grandes letras metálicas de este cartel todavía se conservan empotradas en la pared, aunque hace ya muchísimos años que sus luces dejaron de encender).
Del cine Apolo al Circo Nacional de Cuba
Al triunfar la Revolución Cubana de 1959, el cine Apolo fue nacionalizado por el gobierno cubano y pasó a ser administrado por el ICAIC, junto a otras salas cinematográficas cercanas como el Dora, el Moderno, el Florida, el Atlas, el Erie y el Fénix (todas desaparecidas ya).
«Al suroeste el límite era el cine Reina, en la calle Reina por supuesto. Había otros cines más lejanos como el Favorito y el Belascoaín en la calle Belascoaín, de seguro, y el Astral y el Infanta en la calle Infanta, tenía que ser, al que iba más raramente, y había, claro, los cines de los barrios extremos, como Los Ángeles en Santos Suárez, al que fui más de una vez, o el Apolo en la Calzada de Jesús del Monte. Pero esas eran excursiones y yo quiero hablar de incursiones íntimas…»
Guillermo Cabrera Infante, «La Habana para un infante difunto»
A la altura de los mejores cines de la ciudad, el Apolo, que estrenaba películas cada jueves, destacaba por sus alfombras rojas y su cómodas butacas. Era, además, una de las salas que ofrecía función única a las 12:00 de la noche, una «maravilla» para los que gustaban de empatar un día con el otro.
Para la gente de las barriadas de Santo Suárez y Luyanó, el cine Apolo fue por muchos años la salida perfecta, pues a la película de turno le seguía siempre una pizza en la Pizzería Sorrento, situada pared con pared con la sala oscura:
Tras dejar de funcionar a finales de la década de 1990 el cine Apolo fue entregado como local de ensayo al Circo Nacional de Cuba. Sin embargo, como sucedió en la inmensa mayoría de los cines de La Habana, la nueva administración, que lo disfrutaba en usufructo y no en propiedad, lo sometió a un uso uso intensivo y no realizó ninguna inversión de mérito sobre el inmueble, el cual continuó acumulando deterioro hasta llegar al mismo estado calamitoso en que se encuentra toda la Calzada de 10 de Octubre.
Al final, el Circo Nacional de Cuba abandonaría también el cascarón muerto del cine Apolo, al cual se le aprobaría el llamado «cambio de uso» con el propósito de convertirlo en viviendas.
Trackbacks/Pingbacks