No muy lejana de los ilustres nombres de otras mujeres cubanas del siglo XIX se debe mencionar a María Luisa Dolz y Arango. Acaso fue el suyo un accionar más lejano de los focos y la repercusión social, pero más directo y genuino para paliar algunos de los males que asfixiaban a la sociedad habanera de aquellos tiempos.

Proveniente de una familia de sólida posición económica y vinculada al autonomismo, sus apellidos –Dolz y Arango– la delatan, sin embargo, por sí misma fue capaz de vencer el machismo dominante y las presunciones banales de la época para trascender en una familia de nueve hermanos en la cual uno de ellos –Ricardo Dolz y Arango– llegó a ser Presidente del Senado e íntimo del presidente Mario García Menocal y otro – Eduardo– abogado, periodista, diputado a Cortes y, durante los meses finales de dominio español, secretario de Obras Públicas y Comunicaciones del Gobierno Autonomista de Cuba, y posteriormente representante a la Cámara durante la República.

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En el Album Aspiraciones de 1917 también se homenajeó a María Luisa Dolz

Por separado, Dolz y Arango son apellidos que brotan copiosamente en los sucesos sociales, políticos y legislativos del período colonial cubano, sin embargo, la conjunción de ambos en María Luisa Dolz alcanzaría un sólido reconocimiento, alejado de los peros y restricciones con que solemos referirnos a otras figuras de aquellos tiempos, para emerger con genuina luz propia, a casi un siglo de su deceso.

Una pedagoga ejemplar

Al fallecer en Los Quemados, Marianao -lugar donde había nacido- el 27 de mayo de 1928 la consternación fue sentida y genuina en la convulsa República. Aquella sociedad compleja y fraccionada sabía reconocer la grandeza de sentimientos y la ejemplaridad de aquellos seres consagrados al prójimo y al bien de la nación. Retirada desde unos años antes, sería María Dolores Guerra, quien cogió la batuta del colegio a su retiro, sería también quien dedicara unas sentidas palabras en su sepelio.

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Sobre María Luisa Dolz en 1895 escribiría Enrique José Varona: «A la señorita Dolz no le ha faltado, a lo menos en los últimos años, el estímulo del aprecio público; pero los que la hemos seguido de cerca, en el camino de sus progresos y en el desarrollo perseverante de sus planes, sabemos que el verdadero resorte de su espíritu ha sido su carácter entero, reposado e infatigable».

Era lógico que quienes la conocieron se mostrasen compungidos. María Luisa Dolz y Arango desarrolló desde sus recursos una labor educativa profunda, que hoy en día puede resultar incluso rompedora, en pos de la independencia de la mujer y la educación de los estratos más desfavorecidos de la sociedad, como única vía de que la naciente República se materializara como una nación moderna y avanzada.

Sobre ella otra pionera del feminismo y la lucha por la igualdad de género en Cuba, además de destacada pintora Adriana Billini escribiría:

María Luisa Dolz, casi una niña, fundando el primer colegio de segunda enseñanza para mujeres, abriéndose paso entre tantas absurdas preocupaciones, sola, sin mas aliciente que su noble ideal de educar a sus compatriotas, levantaba mi espíritu y me hacia comprender que la mujer puede realizar las más arduas empresas que a su firme voluntad le guía un bien organizado cerebro, un corazón henchido de amor por sus semejantes: el deber y el amor mas alto después del deber de amar y servir a Dios y el amor a la patria.

María Luisa Dolz, afán y talento

Su lucha fue posible gracias al poder económico de su familia y al afán de su padre Juan Norberto Dolz Claro y de su madre María de la Luz Arango y Molina, en que la mayor de sus hijas desarrollase su intelecto, sin ese apoyo contracorriente hubiese sido imposible para María Luisa Dolz alcanzar los cinco títulos académicos que durante su vida consiguió.

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El Fígaro le dedicaría una portada a María Luisa Dolz por su labor como pedagoga en el antiguo Colegio Isabel la Católica -que posteriormente tomaría su nombre-

Dentro de ese compacto grupo de féminas que durante las últimas dos décadas del siglo XIX fueron rompiendo la barrera de los estudios superiores escribió su nombre junto a Mercedes Riba Pinós (1883), Laura Martínez y Carvajal (1886), Dolores Figueroa (1888) que había abierto el hasta entonces vedado peldaño universitario.

Estos estudios los realizaría mientras se desempeñaba al frente del Colegio Isabel La Católica, institución que pasó a dirigir en 1879 y que estaba dirigido exclusivamente a las niñas. En estos años imprime varios folletos con ponencias suyas como «La Participación de la Mujer en las Ciencias y las Artes«, «La reivindicación de los derechos de la Mujer«, «Consideraciones sobre la educación física e intelectual«, «La Mujer en la Historia» o el artículo «Desventajas de la obrera» publicado en la edición del 24 de febrero de 1895 de la revista El Fígaro, dedicado a la Mujer en Cuba.

En estos años finales del dominio español en Cuba su vigor y entusiasmo debe luchar doblemente por su condición de cubana y mujer. No debe extrañar que establecida la República fuese reverenciada como una de las grandes pedagogas de la corta historia nacional.

Sin embargo, hay dos maestras-faro, cuyos nombres quiero mencionar como homenaje de extraordinaria admiración a sus excepcionales merecimientos. Y quiero hacerlo, no porque sus nombres brillen como estrellas de primera magnitud. En el cielo de la ciencia, sino porque son la encarnación real de la maestra ideal: verdaderas consagradas de la augusta religión del bien y de la verdad.

Una de ellas ha educado la clase elevada de la sociedad habanera; la otra, la modesta clase popular, y ambas han difundido en, dos generaciones cubanas la mas sólida y acrisolada moral, elevando la escuela patria a las mas altas esferas del progreso. Esas super-maestras son: María Luisa Dolz y Ángeles Landa.

Ponencia de Dulce María Saínz de La Peña, «La Mujer en el Magisterio», 1923

Años finales

Ya prácticamente jubilada, como reconocería en la ponencia «Misión Social de la Mujer» que dictó durante el Primer Congreso Nacional de Mujeres organizado por la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas del 1 al 7 de abril de 1923, la doctora María Luisa Dolz seguía influyendo en las jóvenes cubanas. En su ponencia desarrolló y ponderó el valor de la mujer más allá del hogar.

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En un acto junto a Aurelia del Castillo, otra insigne intelectual cubana

Aún con el recuerdo de los estragos de la primera Guerra Mundial el mundo necesitó de las mujeres europeas para mantener las fábricas y los campos produciendo mientras los hombres fueron al frente, y estas demostraron su valía. María Luisa Dolz ponderaba ese esfuerzo de la mujer europea y reivindicaba el valor de la mujer americana, capaz de las mismas empresas.

Como matrona ella es y será siempre la inspiradora de los genios y los héroes. Sin Miss. Ball, Concepción de Palacios y la
digna señora Leonor Pérez, no honraría en sus paginas la Historia a un Washington, ni a un Bolívar, ni a un Martí, el Apóstol de nuestras libertades.

Como maestra forjando los caracteres y templando las voluntades de la generación del mañana, como filántropa derramando la piedad y tomando al débil de la mano, como periodista propagando las grandes ideas y alentando los nobles sentimientos, como artista inspirando el amor a las sublimes manifestaciones del arte, como conferencista abriéndose camino entre las masas para iluminar sus atrofiados cerebros, como miembro de las sociedades
de cultura, de protección a la infancia, de persecución al vicio, como autora con obras de influencia moral y civilizadora.

Concepción Arenal con sus obras científicas y sociales llevó a la luz a cerebros ennegrecidos por el delito, convirtiendo en centros de depuración algunas cárceles.

Sus reivindicaciones en aquel Congreso fueron más allá de las facilidades para que la mujer acceda a puestos de trabajo, sino que fuese retribuida de igual forma que el hombre. Sin embargo como veremos a continuación su pensamiento era aún más abarcador y profundo, reclamaba la reforma de la mujer figurativa en ser de impacto social más allá de la procreación.

Con sus facultades despertadas con sus nuevas iniciativas, pasado ya el tiempo en que la mujer, cual la Nora de la gran obra de Ibsen, ‘‘Casa de muñecas’’, sólo tenia un papel decorativo, inconsciente y divorciada de sus deberes y sus derechos, la mujer de hoy se labrara su propia felicidad, se formaré su personalidad, y ni las desdichas ni los cambios de fortuna la encontrarán desarmada, sabrá esgrimir sus armas con entereza y con valor y sostenerse en el peñón de la adversidad sin caer cobardemente.

No vera el matrimonio como el único porvenir de su vida, la única meta de sus aspiraciones, el exclusivo afán de su existencia, ni se vera obligada a aceptarlo sin participación de su corazón, por razones económicas, condenándose por su propio juramento a profundos sufrimientos.

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El colegio Isabel la Católica, posteriormente Colegio Maria Luisa Dolz, en una imagen de 1894 y publicidad en distintas revistas de aquellos años

Y acábese el exclusivismo de que solo es digna de respeto y consideración la madre, que la mujer cualquiera que sea su estado y posición, cooperando al bien de la patria, usando de su libertad para hacerse esclava de sus deberes, concentrando su vehemencia y su entusiasmo en noble obra, objeto de sus afanes tan digna y respetable sea como la madre que junto a la rosada cuna lacta al serafín de su amor.

Que la sociedad saliendo de la rutina no rebaje nada que esté elevado, ni niegue su aprobación y su respeto a nada bueno, ni haga moldes para vaciar el mérito. Mas no basta que la mujer conozca la misión social que le incumbe y que esté dispuesta a cumplirla hasta la abnegación y el sacrificio, debe también conocer sus derechos, y unidas en estrecho haz apercibirse a defenderlos con noble orgullo y perseverante esfuerzo.

María Luisa Dolz, ponencia de Tema Libre

Esta habanera, nacida el lejano 4 de octubre de 1854, demostraba lo valiente y progresista de su pensamiento. No en balde durante años su nombre se dijo con orgullo y respeto. Algunos intentaron mancharla por ser la tía del General Francisco Tabernilla Dolz pero cuando su sobrino pasó a la luz pública tras el golpe de estado de 1933, su tía María Luisa -ya fallecida-, tenía asegurado su sitio en la eternidad cubana. Ajena su imagen a los pecados políticos de sus familiares.


Bibliografía consultada:

Réquiem por María Luisa Dolz. Pedagogía y discurso femenino en Cuba de Yamilet Hernández Galano