El juego de los chinos fue una rifa paralela a la que realizaba el Gobierno Colonial. Siguiendo la línea del juego en La Habana que esbozamos en la primera entrega retomamos la cuestión del auge del juego en el período colonial.

Sabemos que el propio José Antonio Saco escribió «no hay ciudad, pueblo o rincón de esta Isla de Cuba en el que no se haya difundido el cáncer devorador del juego, el vicio nacional«. Impulsado por el interés de la Metrópoli por crear un pueblo dependiente de esta lacra se usó como mecanismo político, no en balde el Capitán General, Leopoldo O’Donnell, también conocido como el conde de Lucena, afirmó rotundamente: «con un gallo y un naipe está asegurada la paz en estas tierras«.

El juego de los chinos

Partiendo de esta base se entiende la permisividad e interés de los gobiernos del período colonial en fomentar y embotar la sensibilidad moral de los cubanos. Había que entretenerles con algo, pero no esperaban que el conocido como «juego chino«, precursor de la bolita y paralelo a la Real Lotería* aceptaba diversas apuestas, según se recoge en COSTUMBRES POPULARES-Escenas copiadas del natural, impreso en la Librería «La Principal», Mercado de Tacón no. 36 en 1881. El libro está firmado simplemente por Un desocupado.

El juego estaba compuesto por 37 figuras, piezas o animales, dividas de la siguiente manera.

  • 5 guapos: Lombriz, Cochino, Luna, Tigre y Buey
  • 4 mujeres: Paloma, Piedra Fina, Lanchao y Mariposa
  • 4 muchachos: Taypen, Rana, Perro chiquito y Mono
  • 4 Curas: Padre cura, Fuma opio, Santa mujer y Gato amarillo
  • 4 Caballeros: Pescado blanco, Muerto, Caracol y Pavo real
  • 7 cabrillas: Perro grande, Caballo, Elefante, Lancha, Ratón, Gato boca y Avispa
  • 5 Limosneros: Majá, Araña (o Pato), Chivo, Venado y Camarón
  • 4 Peones: Pescado pozo, Gallo, Águila y Jicotea

Según cuenta este escritor anónimo el timo estaba servido pues media hora antes del resultado los dependientes o apuntadores que se hallaban por la ciudad recogiendo las apuestas se dirigían a casa del dueño de la rifa. Este revisaba las listas minuciosamente y de las 37 figuras decidía premiar a la que no tenía nada o a la que tenía menos, de esta manera se repartía las ganancias con los «listeros» o apuntadores y estos volvían a sus zonas de recolección a dar la noticia.

valla de gallos 1841
Las vallas de gallo eran otro de los principales atractivos de la época

Las ganas de jugar y probar suerte al azar se facilitaba por el hecho de que se encontraban estos dependientes dando vueltas por los barrios. Siendo su principal objetivo vender participaciones a las amas de casa. Según la propia crónica mucha es la afición que se nota en toda la Isla a esta clase de juego, con el que los hijos del celeste imperio hacen su agosto.

Los problemas eran más que evidentes, aceptando cualquier precio de entrada, lo más normal era que cada jugador comprase un número por valor de un real pero habían imprudentes que, confiando en su buena suerte, llegaban a jugarse hasta un peso. En aquella época el salario de un albañil, por ejemplo, no pasaba de los dos pesos. Siendo lo normal que muchas personas ni siquiera llegasen al peso diario.

Sin embargo el juego se reproducía en aquellas personas que no teniendo más que estrictamente lo necesario para sus alimentos no les pesa quedarse sin comer por jugar aquello que soñaron. Tal era la situación que no hacía más que expandir la miseria en las clases más bajas e ilusas de la sociedad que caían atrapadas en el sueño de ganar el gran premio.

En la época muchas parejas conseguían separarse gracias a que se aducía la dependencia total del juego de una de las partes provocando la miseria del matrimonio. Así lanza una aclaración: la rifa asiática será muy buena, pero te aconsejo, lector que no la juegues. ¡A cuántas personas que teniendo un modo de vivir si no con lujo al menos con decencia ha sumergido en la miseria!

El gobierno contra el juego de los chinos

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Los colonos chinos venían a Cuba cargando muchas de sus tradiciones

La situación llegó a ser bastante grave pues el juego de los chinos se extendió por las zonas más populares que no podían pagar los billetes de la Real Lotería. El gobierno intentó perseguir esta práctica pero los apuntadores chinos, con sus listas en chino mandarín, burlaban el constante seguimiento que daban las autoridades a los listeros.

Sin embargo, desde el gobierno descubrieron una forma de atacar a estos apuntadores que no era otra que retrasarlos. Me explico, la base del juego era la banca común, un dueño con una bolsa fuerte detrás cuantos más listeros tenga, más ganancia a repartir entre todos y menos posibilidad de perder dinero porque a más jugadores las probabilidades de acierto van a ser menores. Pero cuando los listeros no podían entregar la lista al dueño de la rifa, debían ser ellos quienes respondieran por las figuras apuntadas que resultaban ganadoras de la rifa general.

Esto dejaba a los listeros en posiciones complicadas pues la mayoría ganaba un porcentaje mínimo sobre la recolecta y no podían asumir pagar los dividendos de sus listados.

Es decir, los policías se dedicaron a detener a los chinos que veían deambular cercanos a las zonas donde creían que había un dueño de rifa. Pero los chinos, que de tontos no han tenido nunca un pelo, se consiguieron a su vez niños a los cuales les daban dos reales por llevar las listas, siempre en chino, a la casa banca, estos esperaban allí y cuando tenían el resultado alertaban a los apuntadores que pasaban a recoger sus listas y el dinero.

No obstante, la posición del listero siempre fue complicada por el grado de exposición de su trabajo sumado al hecho de que no todos los jugadores se tomaban bien su «mala suerte» y de vez en cuando salían en los periódicos las noticias del perjudicial juego de los chinos.

Si bien es cierto que muchas de ellas lo único que perseguían era devaluar la credibilidad de la rifa (pues la verdadera charada china seguía una estricta regla como contamos aquí) que competía con la Real Renta de la Lotería de la siempre fiel Isla de Cuba que promulgaba el gobierno. La mala publicidad ha sido una estrategia usada en el marketing desde siempre.

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*-Cuyos resultados se publicaban en la primera plana de la prensa de la época y del cual ejercía como banquero el propio Gobierno