Don Alonso de Campos Espinosa no es más que un nombre perdido en el oleaje que se interpone entre el puerto de Cádiz y La Habana. Salió en abril de 1678 de la península con destino a La Habana, donde debía tomar posesión como Capitán General (Gobernador) de la Siempre Fiel Isla de Cuba, pero nunca llegó a su destino.

La Habana tuvo de todo durante el período colonial. Fue española, francesa y hasta inglesa; tuvo una gobernadora en funciones, fue arrasada y reconstruida, tuvo Capitanes Generales que apenas duraron meses y hasta uno interino, se convirtió en sede de las mejores fortificaciones de América que nunca entraron en combate y fue pionera en múltiples progresos culturales, médicos y científicos. Por tener, La Habana tuvo hasta un gobernador que nunca llegó, esta es su historia.

Don Alonso de Campos, general de galeones

No era Don Alonso un inexperto en cuestiones del mar, en sus aguas había curtido su sangre, y su herencia bélica, pero también el mar, amante esquivo y tormentoso, le había reservado algunos de los peores momentos de su vida. Durante el período en el cual la cruenta batalla de la piratería en los mares menguaba, el nombre de don Alonso de Campos alcanzó cierta preponderancia en la zona del Caribe.

Para nadie es un secreto que los mares de las Antillas guardaban más peligros que los afilados dientes de los tiburones o los fatigosos mitos del Kraken y los dragones*. El peligro para los galeones españoles eran los piratas amparados por los reinos en guerra con la corona de Castilla.

Pero aún más peligrosos que los cañones y las espadas, eran las envidias entre los oficiales y marinos como aprendió nuestro gobernador que no gobernó cuando fue derrotado por el filibustero galés Henry Morgan en Maracaibo en 1669. Se le acusó entonces a don Alonso de negligente, cobarde e incapaz por algunos de los cortesanos recelosos del reconocimiento que comenzaba a acumular el marino. En ese momento llevaba casi 30 años en los mares, desde que se había iniciado en el tercio de galeones que mandaba su hermano Gaspar.

Una familia de marineros

Gaspar de Campos Espinosa nació en Sevilla, llegó a ser caballero de Calatrava en 1643 y recibió múltiples honores militares por su servicio a la corona. Como don Alonso eran hijos del almirante Juan de Campos Cervantes, un santanderino que se encontraba en las Islas Canarias cuando vino al mundo su segundo hijo, don Alonso, en una fecha sin precisar.

La situación política de nuestro maestre de campo en tierra había quedado tocada tras los sucesos de Maracaibo pero no hundida. El viejo lobo de mar consiguió salir a flote de aquella acusación al ser escuchadas las voces de algunos vecinos sobrevivientes del asalto de Maracaibo, consiguiendo entonces que se le indultase y se le enviase nuevamente al Caribe como Gobernador de Puerto Rico en 1674. Allí estuvo durante 5 años hasta que el 16 de junio de 1677 fue designado para hacerse cargo de la vecina isla de Cuba.

Junto a su sirviente Jerónimo de Pineda se dispuso a embarcar hacia esta ciudad en la Mayor de las Antillas. En tierras cubanas le esperaba don Francisco Rodríguez Ledesma quien se desempeñaba como Capitán General desde 1670. Los disgustos que a Ledesma le daban los piratas no eran menores que los recibidos en tierra por las constantes demoras en la construcción de las murallas de La Habana.

Los desastres por tierra y por mar

No solo en la capital se daban los desastres. En Puerto Príncipe los piratas había arrasado en 1669, y con esa herencia recibió el mando Ledesma al cual las crónicas sitúan como alguien pusilánime pero cabal al que el cargo le vino grande. Incapaz de controlar al enemigo marítimo tampoco pudo con los sobrecostes de las obras civiles y cansado de guerrear con piratas, corsarios, contrabandistas y burócratas pidió su relevo al cumplir 8 años en el mando. Apenas unos meses antes un terremoto había arrasado Santiago de Cuba,

Recibió al poco tiempo la buena nueva de que su relevo, el gobernador de Puerto Rico, don Alonso de Campos Espinosa había partido desde Cádiz para tomar posesión de la suculenta plaza de La Habana. Tras esta noticia pasaron varios barcos por el puerto, el ajetreo citadino continuaba y el bueno de Ledesma esperaba como agua de mayo la llegada de don Alonso quien se había lanzado al mar en abril de 1678.

La espera desespera

Achacó la tardanza, 13 meses ya, a la supuesta escala en San Juan de su sustituto pero un barco que venía de la Isla del Encanto terminó por ponerle en alarma total. ¡Don Alonso no ha pasado por San Juan! En Madrid daban por hecho que se encontraba en tierras cubanas el recién designado Gobernador, en Cádiz aseguraban que había zarpado y en San Juan no le habían visto. El pobre Ledesma que llevaba el cargo por tortura insistía ¡A La Habana no ha llegado nadie!

Las noticias iban y venían, pero nada tangible se sabía de don Alonso ni de sus hombres. Ninguna embarcación había visto naufragio alguno y la mar, que le había dado honores, engullía de un suspiro su figura. Al cabo de diez años como Capitán General Ledesma**, y viendo que nada se supo de don Alonso, se encomendó a don José Fernández de Córdova, y Ponce de León, como Capitán General (Gobernador) de la Isla de Cuba, quedando en los registros el nombre de don Alonso de Campos y Espinosa como el gobernador de La Habana que nunca gobernó.

don Alonso desapareció en el mar en 1678 antes de tomar posesión como Capitán General de la Isla de Cuba

*- La expresión «aquí hay dragones» (hic sunt dracones en latín) para referirse a los lugares desconocidos por la civilización en los mapas, se hizo famosa a partir del globo de Hunt-Lennox de 1503-1507 donde aparecía escrita en los límites orientales del mapa.

**- Ledesma fue el Capitán General y Gobernador que más tiempo estuvo en el cargo hasta que Dionisio Martínez de la Vega igualó sus diez años de mandato en el período de 1724 a 1734. Hasta ese momento los cambios de poder solían producirse a partir de los cinco años.