Hubo una época en que abundaron las aguas medicinales en los alrededores de La Habana: los manantiales del Boticario, en Guanabacoa, los Pocitos en Marianao o el balneario de Santa María de Rosario en el poblado homónimo, aliviaron los males y dolores de muchísimos citadinos y devinieron en puntos de reunión y veraneo.
Estas fuentes naturales se conocieron, además, con los nombres de la Paila Grande, la Pailita y el Copey; las dos primeras eran de aguas medicinales y la tercera de agua potable.
Manantiales del Boticario
Los manantiales del Boticario se encontraban en la finca del mismo nombre en el municipio de Guanabacoa, entre Campo y Florido y Tapaste y eran accesibles, durante la República, a través de la Carretera de San José de las Lajas a Jaruco y, ya en la década de 1940, por la de Guanabacoa a Campo Florido.
Célebres por sus condiciones curativas, las aguas de los manantiales del Boticario brotaban en numerosos surtidores naturales, de aguas termales sulfurosas y gaseosas; alrededor de las cuales se construyeron numerosas facilidades para el disfruten de las numerosas familias que a diario se daban cita en el lugar, atraídas por la fama de «milagrosas» de sus aguas.
Fama ganada por más de un siglo, desde que se descubrieran las aguas junto al antiguo ingenio de Francisco Cid (demolido en 1844) en el conocido como Cuartón del Boticario, en el entonces partido de Guanabo.
Comprobada la eficiencia de las aguas por la experiencia de los que allí encontraban alivio, las aguas de los manantiales del Boticario se recomendaban para las afecciones de piel y el reuma, entre otras dolencias.
Durante la colonia se constituyó en tradición que la máxima autoridad de Jaruco se trasladara cada año a los manantiales para declarar abierta la «temporada de baños», en presencia de una multitud que en romería se trasladaba al lugar desde La Habana, Guanabacoa, Jaruco y los pueblos cercanos.
Ya en la República, el Dr. Juan Luis Gelabert pudo en marcha un plan para el aprovechamiento integral de las aguas de los manantiales del Boticario: Construyó locales y explanadas y obras de embellecimiento general, cuyas ruinas son todavía visibles al día de hoy.
Desafortunadamente, como ha sucedido con todas las célebres fuentes naturales que alguna vez rodearon La Habana; los manantiales del Boticario también desaparecieron, al quedar sumergidos bajo las aguas de la presa La Coca construida entre 1965 y 1967.
Fuentes consultadas
1. Guía Provincial de La Habana. 1944.
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