Así Lucía el palacete de la calle 13, esquina L en el Vedado, que fuera residencia del primer embajador chino en La Habana, Lia Ngang Tao, tras la instauración de la República.

Su primer propietario fue el coronel del Ejército Libertador cubano Charles Hernández Sandrino, quien la mandó a construir. Sin embargo, una vez terminada la vivienda, el estilo cottage, inspirado en las residencias de Saratoga, no fue del agrado del coronel, quien entonces decidió vendérsela al embajador chino que realizó algunas modificaciones en el inmueble.

Un tiempo después fue comprada por uno de los hombres más ricos de Cuba en la época, el masidao José López Rodríguez «Pote», llegado a Cuba en 1881, casi analfabeto y que logró, sucesivamente, entre las dos primeras del siglo XX, gracias a su intuición natural para los negocios y su casamiento con la rica viuda de su antiguo jefe, amasar una de las mayores fortunas del país y cuantiosas propiedades.

Siendo dueño del palacete de 13 y L en el Vedado, siempre se refirió Pote a él como «la casa del chino».

Renée Méndez Capote, en su libro «Amable figuras del pasado», cuenta que, estando enfermo de gripe en una ocasión, dos monjitas de la Orden de las Siervitas, llegaron a la mansión, muy cerca del mar, pintada en tonos blancos y azules, para atenderlo.

Esperando encontrarlo en una suntuosa habitación de aquel palacio encantado, fueron conducidas por el único sirviente hasta el alto abuhardillado (que se observa en la foto) donde, sin más lujo que una mesa de madera sin pintar, una silla y una palangana de porcelana, estaba Pote en una columbina, porque allí era donde más disfrutaba estar en su casa del Vedado.

El 28 de marzo de 1921, el millonario gallego apareció ahorcado con varias Sábanas empatadas y amarradas a la baranda de la baranda de la escalera hacia la planta alta de «la casa del Chino».

La policía y el juez dictaminar on suicidio, por haberse desmoronado su imperio financiero tras el Crack bancario provocado por la baja del precio del azúcar, que se agudizó a comienzos de ese año 1921.

Otros muchos lo consideraron un asesinato, pues los peritos mercantiles que tasaron sus bienes, luego de saldar deudas, comprobaron que todavía le quedaban 12 millones de dólares y una legión de enemigos.

De la Casa del Chino a un ícono del Vedado

Lo cierto es que a casi 100 años del suceso, todavía no están claras las circunstancias de uno de los acontecimientos que más cobertura de prensa recibió en la época.

De la «casa del chino» en el Vedado, salió el cortejo fúnebre, con Pote dentro de un ataud de aluminio con incrustaciones de oro, hacia el Cementerio de Colón. Tenía 58 años.

Su hijo mayor, José López Serrano, uno de los herederos de sus bienes y de la mansión, decidió demolerla posteriormente y erigir en el mismo lugar, para 1932, uno de los más emblemáticos edificios del Art Déco en La Habana: el Edificio López Serrano.

Edificio López Serrano en el Vedado
Edificio López Serrano