Mansión Villa Silvia, en la calle 19, No. 1001 esquina 10, Vedado. Fue residencia familiar, casi desde su construcción en la década del 20, del reconocido abogado, subsecretario de gobernación de la República en el gobierno de Alfredo Zayas, Miguel Angel Aguiar y Ballorí.

Miguel Ángel Aguiar

Ferviente amigo e inseparable de Menocal, y opositor a Machado desde su escaño como representante a la Cámara, se convirtió en una de las víctimas de la represión del machadato por el atentado del ABC al presidente del Senado Clemente Vázquez Bello al mediodía del 27 de septiembre de 1932 en el Country Club Park.

Miguel Angel Aguiar y Ballori Representante a la Camara
Miguel Ángel Aguiar y Ballorí, representante a la Cámara

Alrededor de las 3:00 de la tarde de ese día, el diputado Miguel Ángel Aguiar conversaba despreocupado y ajeno a los acontecimientos, en la sala de esta casa con Mario García Menocal Moreno, sobrino del expresidente, cuando una sirvienta le avisa que dos hombres en la verja de entrada, preguntaban por él de parte del abogado Carlos Manuel de la Cruz.

Apenas baja esos peldaños del portal al jardín, los hombres le hablan tan bajo que al inclinar su cabeza para escucharlos, uno de ellos le descarga tres balazos.

Se supo luego que fue Tito Sampol, eficiente esbirro de Machado y sargento de la policía secreta de palacio, quien también venia de participar, hacía una hora antes, en el asesinato de los hermanos Freyre de Andrade en la calle B entre Línea y Calzada.

Aún con vida Miguel Ángel Aguiar, el joven García Menocal y el juez Augusto Saladrigas Lunar, que pasaba en su auto por la calle 19 (en dirección a su casa, a un par de cuadras), lo trasladan a la Clínica Bustamante – Núñez de J, esquina 11. Sin embargo, eran muy graves las heridas, y fallece al día siguiente.

Contaba Miguel Ángel Aguiar con 43 años, y junto a los tres hermanos Freyre de Andrade (Gonzalo, Leopoldo y Guillermo), fueron las cuatro víctimas de ese día (pudieron escapar de la represalias: los abogados Ricardo Dolz, Carlos Manuel de la Cruz y Pedro Cué Abreu).

Se cumplía la macabra sentencia de Gerardo Machado de que por cada partidario suyo caído, lo iba a cobrar con cuatro de cualquiera de sus opositores.