Por siglos la tradición atribuyó la fundación de la ciudad de La Habana a Pánfilo de Narváez o en su defecto (aunque en menor medida), al conquistador de la Isla de Cuba, el Adelantado Don Diego Velázquez. Sin embargo, ha quedado demostrado que no fueron ni el uno ni el otro, sino el toledano Juan de Rojas Manrique, quien tuvo el honor de fundar la villa de San Cristóbal en su asiento definitivo el 16 de noviembre del año 1519.
Hoy los historiadores aceptan sin discusión que, si bien Pánfilo de Narváez fue quien estableció el primer asentamiento de la ciudad en la costa sur, Rojas Manrique fue quien tuvo el buen tino de trasladar la población un lustro después hacia su asiento definitivo junto a la amplia bahía de la costa norte, donde terminaría por convertirse en la ciudad más importante del país.
Juan de Rojas Manrique, a quien se le debe rendir homenaje como fundador de San Cristóbal de La Habana, era un hombre de noble abolengo, pues estaba emparentado con el mismísimo rey Fernando y era sobrino del obispo de Granada.
En la Isla de Cuba convivió y fue lugarteniente de los primeros gobernadores, además de participar en las últimas etapas de la conquista, antes de retornar a España donde murió a una edad avanzada.
El acto de fundación de La Habana
Según la tradición, el acto fundacional de La Habana tuvo lugar a la sombra de una ceiba junto a la bahía, donde hoy se alza el Templete, monumento levantado en homenaje a tan importante acontecimiento.
Allí se habría celebrado la primera misa para bendecir el nuevo asentamiento y sesionado el primer Cabildo que encontrarían en el Puerto de Cárdenas la prosperidad tan deseada pues, al paso de unos pocos años, terminaría por convertirse en una de las ciudades más prósperas del nuevo mundo.
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