Pablo de la Torriente Brau, escritor, periodista, revolucionario, deportista e internacionalista cubano, no nació ni murió en esta isla. 

El niño Pablo Félix Alejandro Salvador nació en Puerto Rico, un 12 de diciembre de 1901, en el número 6 de la calle General O’Donnell, y fue el único varón del matrimonio entre el español Félix de la Torriente Garrido y la borinqueña Graciela Brau Zuzuarragu, además de nieto del historiador, poeta y escritor Salvador Brau.

Salvador Brau visto por la revista El Fígaro
Salvador Brau visto por la revista El Fígaro

Llegó a Cuba con un año, luego de un periplo por España, su familia se asentó en Santiago, donde el padre fundó el Colegio Cuba. 

El talento periodístico de Pablo de la Torriente Brau se reveló desde muy temprana edad, pues a los nueve años pública su primer trabajo, en el periódico El Ateneísta. Comenzaba un camino que lo convertiría en uno de los más sólidos periodistas de su época, dueño de un estilo que lo llevaría a protagonizar la historia para luego escribirla -Paco Ignacio Taibo II lo llama el mejor periodista de su generación en América.

Pablo de la Torriente Brau niño
El niño Pablo de la Torriente Brau

Pero antes de eso el niño Pablo, de mirada inquieta e inteligente, creció impresionado por las historias de aventuras, como las de Salgari o Dumas. Soñaba con ellas sin saber que su vida sería muy similar.

Lo curioso del caso de Pablo de la Torriente Brau es, que pese a no haberse graduado nunca de la universidad -por razones diversas- fue admirado como escritor por sus contemporáneos, pues su prosa era clara, absorbente, fluida, y de un dominio técnico elaborado.

La esencia de periodista de Pablo de la Torriente Brau se revela también en sus escritos, tanto literarios como políticos o sociales, tales son los casos de «La isla de los 500 asesinatos«, «Presidio modelo«, o «Batey«.

Pablo de la Torriente Brau un hombre atrapado en el torrente de su época

El Guard Torriente pudo ser tal vez un afamado jugador de Rugby 7, o incluso un boxeador de calidad, pues sus seis pies de tamaño y muchos músculos lo respaldaban. Más el Guard Torriente solo lo hacía como pasatiempo, su espíritu  e inquietudes intelectuales no le hubiesen permitido ser un hombre pleno de haberse dedicado solo al deporte.

Pablo de la Torriente Brau

Luego de otros trabajos menores el joven Pablo comienza a trabajar como secretario del bufete de Don Fernando Ortiz, en este sitio estrecharia relaciones con lo más selecto de la intelectualidad de su tiempo, a la vez que haría dos grandes amistades: Raul Roa y Rubén Martínez Villena.

Fue ahí, en la azotea del bufete, donde un muy enfadado Rubén le dijo, mientras le contaba el altercado, que Machado era un asno con garras.

El 30 de septiembre de 1930

El día que la Colina amaneció manchada de azul -como diría Raúl Roa-, delante del tropel de estudiantes que al toque de a degüello bajaron en histórica jornada la escalinata, iban, protegiendo la manifestación, los puños de Pablo de la Torriente Brau e Isidro Figueroa. 

A su lado cayó el joven Trejo, y luego él mismo. Más tarde, en una de las mejores crónicas que se han escrito sobre ese día Pablo contaba sus impresiones del día que creyó ver a la muerte.

Era la jornada inaugural del Directorio Estudiantil Universitario de 1930, del cual Pablo es fundador. Poco después, en unión de un grupo de estudiantes radicales, abandonaba la organización por considerar que no era lo suficientemente antimperialista. De ese núcleo de estudiantes saldría entonces el Ala Izquierda Estudiantil.

Para principios de enero de 1931 cae preso, Roa a contado que al ingresar luego a la cárcel del Príncipe y entrar a la galera de los revolucionarios una mole enorme con las barbas largas, el pelo enmarañado, y totalmente desnudo se le abalanzó encima, era Pablo, quien en señal de protesta había adoptado esa rara moda.

De ahí son trasladados a Isla de Pinos, donde el periodista que llevaba dentro se reveló y a su salida escribe su magnífica obra Presidio Modelo. Desgarrador testimonio de los atroces crímenes y vejaciones que a diario ocurrían en los dominios del Comandante Castell.

Para el estudioso de esa época, las crónica de Pablo de la Torriente Brau son una fuente de obligada parada, pues fue testigo de los acontecimientos de los cuales escribió, como la actividades de la Junta Depuradora de la Universidad de la Habana.

España en la mira

Exiliado en New York, por sus ataques y denuncias contra Fulgencio Batista, se encuentra Pablo cuando estalla la Guerra Civil Española. Se obsesionó con ella, al punto de gestionarse ser enviado por Bohemia y otra revistas como corresponsal a Madrid.

A penas duró como periodista, en tres meses escribió catorce crónicas, pues pronto se unió como combatiente a las filas republicanas. Quizás pocos hayan caracterizado tan bien esta inquietud de Pablo como Guillermo Cabrera Infanta en una editorial de Lunes de Revolución cuando dijo:

La literatura por la literatura, el placer de escribir, lo que se llarna el «onanismo literario» no tenían nada que ver con él.

Se unió a las filas republicanas y pronto fue nombrado comisario político de división, puesto desde el que ganó notoriedad entre artistas, soldados e incluso enemigos, que en las jornadas nocturnas, cuando las trincheras estaban cerca, pedían a gritos que hablara el cubano.

Majadahonda

El 19 de diciembre de 1936, solo siete días después de haber cumplido treinta y cinco años, muere Pablo de la Torriente Brau cerca de Majadahonda, víctima de una bala perdida que le atravesó el corazón y le salió por el hombro.

Sus compañeros lo buscaron durante días, hasta que cinco soldados rescataron su cuerpo, uno de ellos, Justino Frutos contó luego:

Encontré a Pablo: estaba tendido en el suelo, boca arriba, el cuerpo todavía estaba caliente. Le grité, ‘Pablo’, pero no me contestó. Le quité la chaqueta y la camisa y vi que una bala le había entrado por el corazón y le había salido por el hombro.

Cubadebate

Su amigo Miguel Hernández lo inmortalizaría luego en Elegía Segunda, una de las mejores poesías políticas que este escritor ha leído.

Los entierros de Pablo

De Majadahonda fue llevado su cuerpo a Madrid, donde su cuerpo embalsamado fue sepultado el 23 de diciembre de 1936 en el cementerio de Chamartín.

Ahí permaneció por espacio de seis meses, momento en que fue exhumado y trasladado, por el propio Miguel Hernández, a Barcelona, donde el 13 de junio de 1937 lo colocan en el nicho número 3772 de Montjuïc.

A los dos años se vencía el nicho, y manos amigas lo exhuman nuevamente y es sepultado en una fosa común a escasos metros. Hoy esa fosa no existe.

El cuerpo de Pablo de la Torriente Brau ha quedado en algún lugar de Montjuïc, pues labores de búsqueda realizadas en mayo de 2021 no dieron con la ubicación donde, según los testimonios de sus hermanas y otros trabajadores del cementerio, se encontraba la fosa donde compartía espacio con otros once cuerpos.