En la esquina de Línea y D, en el Vedado, en el lote esquinero que fue luego de la familia habanera Claréns-Iberns (a la izquierda en la foto de cabecera) estuvo enclavada desde fines del XIX la residencia de uno de los notarios más importantes de La Habana en la época, el Licenciado Carlos Amores.

Este era muy allegado a Francisco Frías Jacot, Conde de Pozos Dulces que vivió enfrente – en una casa que estuvo antes del Edificio Montes – en sus últimos tiempos en La Habana, a fines de la década del 60 del XIX, antes de fallecer en 1877 en París.

Colindante con ella, por la calle Línea, estuvo el famoso kiosco del isleño Don Salvador, con su venta de refrescos de la época, los conocidos por “zambumbia”, el agua de Loja, la cebada y la horchata.

Aquí los parroquianos también se guarecían de la lluvia o el sol, mientras esperaban el paso de la famosa “maquinita” de vapor que hacía el recorrido desde el Carmelo a San Lázaro y Prado, hasta 1900, y que mucho contribuyó al auge de la compra – venta de solares para la construcción en el Vedado, por su enlace expedito con el entonces centro de la ciudad.

A fines de los años 1930 es demolida la antigua residencia del Vedado, y el rico hacendado y empresario catalán Francisco Bartés Marsal, casado con Maria Antonia Claréns Iberns, manda a construir alrededor de 1940 el imponente palacete de Línea, No. 507 esquina D (actualmente, sede del Equipo de Servicios de Traductores e Interpretes, ESTI).

Palacete de Francisco Bartés en calle Línea y calle D en el Vedado de La Habana
Antiguo Palacete de Francisco Bartés en Línea y D

Francisco Bartés arribó al país por Santiago de Cuba, alrededor de 1907, con 14 años y trabajó con la firma «Marimón, Bosch y Compañía».

Se traslada a La Habana para 1918, como secretario de José Marimón, presidente del poderoso «Banco Español de la Isla de Cuba» y tras el crack de 1921, pasa a la «Guantánamo & Western Railroad Company» de Antonio San Miguel Segala, conviertiéndose en su hombre de confianza.

Con el tiempo Bartés, amasa una importante fortuna y numerosas acciones y propiedades, entre ellos tres centrales, dos prósperas empresas arroceras y ya, para 1948, era propietario de los «Ferrocarriles Consolidados de Cuba» , según apunta Guillermo Jiménez Soler.

En la parcela contigua por la calle D No. 257, también construye su residencia otra de la hermanas, Maria Luisa Claréns Iberns, casada con Ángel Figueredo, también partícipe como directivo en los ferrocarriles.

Bartés fallece en 1954, y su viuda Maria Antonia continúa residiendo en la casa del Vedado hasta 1960.