La noche del 6 de agosto de 1946, el mismo día que cerró el negocio de la compra mayoritaria del Central Caracas SA de Santa Isabel de las Lajas, el Rey del Azúcar, Julio Lobo Olavarría, manejaba su auto por 5ta Avenida, cuando casi llegando a esta mansión de 5ta, No. 3804 entre 38 y 40, Miramar – que era su residencia familiar en aquel entonces (desde 1931 con su primera esposa Maria Esperanza Montalvo Lasa) – le disparan desde otro auto en movimiento y recibe dos impactos en la cabeza y uno en la pierna.

La familia gestionó, por razones de seguridad, su ingreso en el bien equipado Hospital Anglo-Americano del Vedado, en 2 esquina 15, a donde llega en estado crítico.

Julio Lobo, el Zar al que salvó una lengua

A Julio Lobo lo operaron el Dr. Carlos M. Ramírez Corría (entre los diez mejores neurocirujanos del mundo en esa época) el Dr. Antonio Rodríguez Díaz (el eminente cirujano cardiovascular “de las manos rápidas”) y los anestesiólogos Dr. Servando Fernández Reboull y el Dr. Hilario Anido.

Parecía imposible, pero lo salvaron sin secuelas graves y con 10 cm menos de hueso craneal.

Su fisioterapeuta, el profesor Arturo Pfeffer (quien tenía su gimnasio en 13, No. 1053 entre 12 y 14) en solo seis meses contribuyó a revertir su parálisis del lado derecho, en solo una cojera.

Aquella exitosa e histórica operación quirúrgica acrecentó el prestigio de todos estos profesionales, y marcó un hito en la neurocirugía universal.

El cráneo de Julio Lobo estaba astillado y no existían en 1946 los instrumentos idóneos para tratar las partes blandas afectadas, y de ellas removió con su lengua el Dr. Ramírez Corría las astillas para poder extraerlas, algo inédito en esos anales.

Julio Lobo Olavarría falleció 37 años después, a sus 84 años sin afectaciones graves por este incidente.

Posterior al atentado, la mansión de 5ta Avenida, No. 3804 fue adquirida como residencia familiar por uno de sus colaboradores y entre los principales ejecutivos de sus empresas, el abogado Eladio Ramírez León y su esposa Augusta de la Cova.