Quizás usted no lo sepa pero la comunidad judía en Cuba llegó a ser bastante numerosa (alrededor de 24mil miembros en 1924 y más judíos que inmigraron en los años 30) aunque en la actualidad apenas queden cerca de 1200 residentes, en su mayoría en La Habana. Entre las edificaciones que esta comunidad ha legado a la ciudad destacan la sinagoga Beth Shalom, la sinagoga Shevit Ajim, el cementerio Judío de Guanabacoa entre otros inmuebles que se conservan en la actualidad.
En este recorrido de la Historia de los judíos en La Habana comenzaremos por el momento de la expedición que trajo a Cristóbal Colón hasta nuestro continente y posibilitó el descubrimiento del Nuevo Mundo para las sociedades europeas.
Judíos en La Niña, La Pinta y La Santa María
Tras el grito de ¡Tierra a la vista! con el que Rodrigo de Triana salvaba la vida de Cristóbal Colón y sus marineros, se ocultan más de una interrogante que pretendemos recordar en estas páginas. En el principio de todo…Un judío, pues según algunas fuentes (1), el primer hombre en pisar tierra cubana era ni más ni menos que el judío converso llamado Luis de Torres quién se había unido a la expedición como traductor de Colón (hablaba el hebreo, mozárabe y algo de árabe) huyendo así de Torquemada y su Santa Inquisición.
Para poner en contexto la situación de los judíos sefardíes en la península, ese mismo año de 1492, tras la conquista del reino de Granada, sus Muy Católicas Majestades dieron autorización (Edicto de Exclusión) para perseguir y expulsar a cuanto judío hubiese en sus tierras.
Esto provocó que muchos huyesen por dónde primero vieron horizonte, aquellos que se encontraban cerca del puerto de Cádiz fueron reclutados, en su mayoría, por Martín Alonso Pinzón (de origen judío sefardí él mismo) siendo este el apoyo definitivo para la encomienda de Colón y la razón por la cual se encontraban tantos judíos (cerca de 160) en la expedición.
El mencionado Martín Alonso Pinzón, nacido en Palos de la Frontera (Cádiz), es otro de los hombres escondidos bajo el poderoso nombre de Cristóbal Colón y que merece mayor reconocimiento por su labor. Gracias a su valía como navegante, de gran reconocimiento en la zona por sus dotes comerciales, consiguió agrupar a los hombres necesarios -muchos de ellos familiares suyos- para el viaje.
Sino que fue indispensable para conseguir las carabelas que faltaban (La Niña y La Pinta siendo capitán de esta segunda, y donde iba el susodicho Rodrigo de Triana cuando divisó Guanahani). La situación real, que no Real, es que a ojos de los habitantes de Puerto de Palos, desconfiados por naturaleza, Colón no era más que un extranjero desconocido y la enmienda de sus majestades, a estos curtidos hombres del sur, les sonaba a suicidio.
De ahí que la gestión humana de Alonso Pinzón y sus hermanos ayudase a dibujar optimismo en los futuros expedicionarios, y aún más necesaria fue su labor posteriormente para calmar los ánimos de sedición surgidos en plena travesía. Se dice de él que fue el encargado de hacer girar un poco el rumbo consiguiendo por ello que La Pinta fuera la primera en ver tierra y no la nave de Colón.
Quiso el azar entonces que la posesión más valiosa de los Reyes Católicos y de la corona de Castilla y Aragón fuese hallada gracias a la gestión de un judío, primero, y patentada y reclamada en su derecho por un genovés, Colón, después. ¿No era que la globalización era un mal del siglo XX? La historia, cuya causalidad aterra al tiempo que nos hace sonreír por el carácter de justicia poética resultante no deja de sorprendernos. De esta forma da inicio la relación entre los judíos y nuestra Cuba.
Aunque los datos con respecto al judío converso de Luis de Santángel son contradictorios, su aportación a la empresa colombina fue indispensable para convencer a los Reyes Católicos, es mencionado varias veces en el diario de Colón recogido por el Padre de las Casas, incluso hay correspondencia de Colón a su vuelta al Reino en la cual le cuenta algunos de los avatares del viaje. Su padre, o un ascendiente cercano, fue de los Quemados por la Inquisición; lo curioso, en todo caso, es cómo llegó a tener contacto cercano con los Reyes Católicos y con santa empresa.
Lo que si podemos manifestar es que el primer hombre que pisó tierra cubana fue Luis de Torres, quien además sería el primer judío en asentarse en este llamado «Nuevo Mundo». De ahí que varias sinagogas del área del Caribe lleven su nombre. Este viaje marcaría un precedente dentro del éxodo judío que se repetiría en siglos posteriores (en este caso, la historia –animus iocandi (3) aterradora- nos recuerda el carácter sistémico de ciertas persecuciones y destierros al que son obligados los seres humanos debido a su raza, credo o filiación política).
En aquella expedición desesperada del navegante Cristóbal Colón esa gran cantidad de judíos, algunos conversos al cristianismo para escapar a las persecuciones de la época, otros eran practicantes del judaísmo con la venia de la hermandad que el mar provee. Pero como hemos visto hasta ahora, los fondos, Luis de Santángel, los barcos, Martín Alonso Pinzón y hermanos, y el traductor de la expedición, Luis de Torres, eran judíos sefardíes o descendientes de ellos evidenciando el no tan reconocido mérito que esta comunidad tiene en dicho hecho histórico.
1. Otras fuentes mencionan al propio Colón o a Rodrigo de Jerez, o no mencionan a ningun hombre en particular, como el primero en divisar tierra. La mala relación entre Martín Alonso Pizón y Colón enturbia la claridad del hecho y de ahí que distintas fuentes (según se consulte a unos u otros) no concuerden en un solo nombre, pero siendo el diario de Colón el que ha primado en el recuento bibliográfico de los historiadores nos ceñimos a esta versión tradicional.
2. La concesión, centurias después, del Marquesado de Pinzón ha provocado que dichas raíces sean eliminadas en la historia de este hombre pues Carlos V prohibió el 18 de septiembre de 1552 en un edicto a tener derecho a acceder a títulos nobiliarios si se era judíos o descendiente de judíos.
3. “Con intención jocosa”. Usado también en jurisprudencia, como eximente de culpabilidad en el delito de injurias.
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