Una vez que el ingeniero real de la corte hubo confirmado – por enésima vez desde finales del siglo XVIII – la falta de utilidad de la muralla de La Habana, se expidió una Real Orden con fecha 22 de mayo de 1863, por la cual se donaban todos los terrenos de la muralla a las finanzas públicas.

La muralla de La Habana comenzó a ser oficialmente demolida el 8 de agosto de 1863, en el contexto de un solemne ceremonial, que incluyó marchas militares, iluminación de gas, fuegos artificiales, toda suerte de actividades recreativas y la bendición final del obispo para despedir uno de los hitos arquitectónicos más significativos de la historia de la ciudad.

En cuanto a los nuevos terrenos que dejaba libres la faja de la muralla, se decidió, en 1864, que fueran subastados por la Intendencia de Hacienda en lotes individuales y, tanto el Cuerpo de Ingenieros, como el Ayuntamiento, presentaron sendos planes de urbanización de la zona.

La Muralla de La Habana

La muralla de La Habana se construyó a lo largo de 137 años (entre 1671 y 1740)

Durante el mandato en Cuba de Francisco Rodríguez de Ledesma, se comenzó a construir la muralla de La Habana. Las obras iniciaron el 3 de enero de 1671 y se prolongaron a lo largo de 137 años, hasta 1740 en que se terminó la sección que daba a la bahía de La Habana.

El muro de piedra que rodeaba La Habana se extendía a lo largo de casi 5 km (4 892 metros), promediaba 1.40 metros de ancho y tenía una altura regular de 10 metros. Para su defensa y custodia se destinó un contingente de 3 400 hombre y cuatro centenares de piezas de artillería de variado calibre.

La muralla de La Habana se reveló, con el paso de los años, no sólo como una obra extremadamente costosa, sino militarmente inútil, por lo que, finalmente, poco más de un siglo después de haberse terminado, se procedió a su demolición.